Cuando Marcelo Grosman comenzó a pensar su relación con la fotografía, se preguntó por un asunto que había dejado perplejos a los argentinos y que se hacía, sobre todo, en el arte contemporáneo:” ¿qué queda para ser mirado?”. Las imágenes en la Argentina posterior a la década del setenta y comienzos de los ochenta eran tan descorazonadores pero tan “realistas” desde la perspectiva de la imagen que el espectador no podía sino sentir el vínculo de rechazo, vergüenza, que experimentan los pueblos que atravesaron el dolor de colapsar frente a sí mismos.

Así comienza la “Teoría de la Ruina”, el capítulo introductorio lúcidamente escrito por Ariel Schettini de este nuevo libro de Marcelo Grosman, editado por Arta.

La invariante temporal es una selección de trabajos del artista Marcelo Grosman desde finales de los ochenta hasta la actualidad. Su producción recorre varios medios, desde la fotografía hasta la utilización de archivos de imágenes, la instalación, el video y múltiples formas de reproducción y captura óptica, contemporáneas y obsoletas. La imagen y el sujeto en movimiento es la síntesis de un ejercicio conceptual inscripto en toda su obra. La publicación de  mas de 300 páginas está organizada en torno a las diferentes exploraciones intelectuales del artista: la domesticación del cuerpo, las taxonomías sociales, los lenguajes secretos, la iconografía del gesto y los usos de la técnica entre sus múltiples búsquedas. Profusamente ilustrado y con una cuidada selección de obras de las distintas etapas, incluye textos de Ariel Schettini, Virginia Castro, Santiago García Navarro y Amanda de la Garza Mata para conocer en profundidad el trabajo de este artrista.

Tal como analiza Santiago García Navarro en su texto, hacía tiempo que Grosman había dejado de hacer fotos y trabajaba apropiándose de imágenes que circulaban en revistas, en Internet, etc. Debido quizás a ese uso innovadoramente público de la imagen, Grosman no proveía datos sobre su procedencia ni, en realidad, eso daba la impresión de tener importancia. Tal como se exhibía, en diálogo con un conjunto de arquitecturas que alteraban significativamente la sala de la planta baja de la galería, esa imagen estaba ahí menos por cualidades propias que con el fin de representar un conjunto indiferenciado y virtualmente infinito de imágenes semejantes. Y, sin embargo, era apelativa en sí misma.

Para Maria Virginia Castro, la voluntad de transformar un archivo oculto, fragmentario o marginal en un hecho físico y espacial es el impulso que anima una zona importante de la obra de Marcelo Grosman, desde “El Combatiente” (1999) hasta “Investigaciones sobre el baile y la violencia” (2017-2019), pasando por “Guilty!” (2010), “Movimiento Perpetuo” (2013) y “La Humana Máquina” (2016). Como otros “artistas del archivo” de fines de los años noventa del siglo XX, Grosman ha venido desarrollando una obra plástica de inspiración conceptual, en la que el concepto de “archivo” –cómo se recrea, cómo se deconstruye– resulta decisivo. (...)La iconografía política presente en la prensa político-revolucionaria de los años setenta, precisamente la zona del archivo que pareciera privilegiar Grosman en L.H.M., exigiría repensar esta última cuestión de manera especialmente perentoria.

Amanda de la Garza analiza las Iconografías del gesto: Grosman se ha preguntado en múltiples ocasiones de qué manera horadar a través de una imagen lo que algunos sociólogos llaman la actitud natural, la lógica del sentido común. (...) las imágenes que nos rodean tienen funciones y objetivos, a veces explícitos y otras latentes, son instrumentos a la vez de poder y seducción. Grosman ha propuesto penetrar este velo no solamente a partir de experimentaciones formales, sino por medio de búsquedas conceptuales que reflexionan sobre las cualidades de la imagen al mismo tiempo que sobre sus condiciones de producción.

Autor: Marcelo Grosman
Año: 2019
Encuadernación: rústica
Páginas: 324
Idiomas: español / inglés

Con detallada reproduccion de obras

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