Presentar en pocas palabras a Nelly Perazzo no es tarea fácil. Por la enorme cantidad de aportes y por la afinidad espiritual que tengo con ella y que hace que viva muy especialmente cada uno de sus logros. Nuestros caminos se cruzaron más de una  vez; la primera fue en los años 70 en el Teatro Municipal Gral. San Martín. Allí funcionaba el Museo Sívori, donde ella fue directora, y el Museo de Arte Moderno, donde me desempeñaba como Jefa de la División Investigación.

Perazzo comenzó sus actividades en el Instituto Di Tella, es decir que vivió la efervescencia de los 60 desde adentro. Su tarea como crítica de arte se inició en la revista Ver y Estimar y luego en Lira. Sin embargo, ella no se reconoce como crítica de arte, sino como historiadora e investigadora, lo que se refleja en la cantidad de libros que escribió. Entre otros, El arte concreto y los referidos a la escultura en la Argentina.  Precisamente Perazzo contribuyó a la valoración de la escultura dentro y fuera del país. Baste recordar un evento del que fue curadora durante 19 años: Esculturas en el jardín en el Museo Enrique Larreta. No sólo se podían ver allí a los escultores más reconocidos sino también a los emergentes.

Otra iniciativa trascendente fue la creación, en 1999,  de la revista TEMAS de la Academia Nacional de Bellas Artes.

Invitada a participar en actividades culturales en 19 países, tuvo entre otras distinciones las Becas Fulbright y Rockefeller, el Premio Konex a las Artes Visuales en 1987 y en 1997, el Premio Mujeres Creativas, Universidad de Palermo, 2019, y el Premio del Fondo Nacional de las Artes a la Trayectoria, 2022

No queda sino decirle “gracias” por todo lo aportado y también por ser ejemplo de vocación y juventud extendida.