Nota publicada online
Cuarenta días y cuarenta noches es el tiempo que duró el diluvio universal, primer gran tragedia de la humanidad. Es también el nombre de la muestra que Miguel Rothchild presenta en el nuevo espacio de la Galería Ruth Benzacar.
Cuarenta días y cuarenta noches es el tiempo que duró el diluvio universal, primer gran tragedia de la humanidad. Es también el nombre de la muestra que Miguel Rothchild presenta en el nuevo espacio de la Galería Ruth Benzacar.
Todo gira alrededor de un gran mar que, atormentado y furioso, flota en el centro de la galería. La intensa lluvia agrede y sostiene.
Se trata de una inmensa tela satinada, impresa con la imagen del mar Mediterráneo que, golpeada por miles de gotas de lluvia (tanzas) -contradictoriamente-la sostienen desde el altísimo cielorraso del espacio. Una abrumadora sensación desasosiego invade al espectador a medida que se acerca al epicentro del diluvio.
Un enorme diamante quebrado -como símbolo de contradicción permanente: riqueza y violencia y la pureza rota- preludia la tragedia urbana. En la serie de fotografías “Atrapasueños” el hilo conductor es siempre la desgracia. Rothchild pone el ojo en la arquitectura orgánica de la Villa 20, Villa Lugano y la zona de Once que crece, desordenada y caótica, según las necesidades de sus habitantes. Una ciudad atravesada por cables de electricidad y líneas que el mismo artista traza en el vidrio que contiene la foto, de la misma manera que, en la mitología, las Parcas tejen la hebra de la vida de cada mortal, miden su longitud y finalmente la cortan. Resulta atrapante descubrir la belleza a partir de imágenes de la tragedia.
El elemento formal que une toda la muestra es la línea. Línea que aparece como lluvia sosteniendo el Mediterráneo, en los “Atrapasueños” y en “Arco Iris o Ascensión del Arte Concreto”, una maravillosa pieza que cambia su perspectiva, según desde donde se la observe. De frente es una gran pieza concreta y blanca con 370 puntos negros. Ahora, si nos movemos y la observamos de costado, de cada uno de esos puntos sale un hilo de color que se eleva en forma diagonal hacia la lucarna del techo de la galería. Allí están los 370 colores del Arco Iris, ese mismo arco Iris que Dios creó después del Diluvio Universal, como pacto con Noé.
“Arte y religión tienen en mucho en común. El arte funciona cuando le da al espectador la posibilidad de crear proyecciones. Lo mismo sucede en la religión” sostiene el artista que se reconoce porteño a pesar de estar radicado en Berlín hace 25 años. “Buenos Aires es una ciudad que te emociona.”
Cuarenta días y cuarenta noches duró el diluvio universal para, luego, salir el sol. Miguel Rothchild es un romántico que nos hace atravesar el mar de la tragedia mostrando que la luz de la esperanza siempre está.