Nota publicada online
En el Museo de Arte Contemporáneo de la Provincia de Buenos Aires, más conocido por la sigla MAR, mantuvimos una charla relajada donde repasamos los temas de su reciente gestión a cargo de la dirección de este gran espacio y aquí va una reseña de esa cálida conversación.
Micaela es una persona agradable, sonriente y muy dispuesta, con gran experiencia en la gestión cultural. Desde hace un poco más de un año asumió la dirección del museo MAR que depende del Ministerio de Gestión Cultural de la Provincia. Las dos novedades se produjeron apenas asumieron las nuevas autoridades provinciales y fue saludable, porque la pregunta sobre quién dirigiría el espacio estuvo presente desde su apertura. Asumió sin estridencias ya que todo el proceso de generar un concurso para cubrir ese cargo debía expandir el tiempo al menos un año más, pero aclara que sigue siendo un plan que no está de ninguna manera abandonado.
Las características del espacio que dirige son bien concretas. Es el museo más joven y tal vez el de mayor capacidad para transformar las salas con cada nueva propuesta. Alojó unas muestras maravillosas en su corta historia pero necesitaba una planificación que le confiera una identidad asociada a su contemporaneidad ya subrayada desde lo edilicio, producto de un concurso especial. Nació para ser contemporáneo y esto significa proyectos que superan las paredes, equipos de montaje y producción bien entrenados, actividades concretas de educación y asociación con la comunidad educativa.
Los equipos que funcionan en el museo están muy bien integrados, son todas personas de Mar del Plata que han estado desde el comienzo, muchos de ellos artistas por lo cual se nota el aprecio con que tratan tanto a los que exponen como a los requerimientos de los curadores. Esto es una constante que recalcan los que dejaron por allí sus huellas, cada vez que tuve oportunidad de hacer reportajes allá. De esta conjunción entre capital humano, un gran espacio diversificado y su decisión de gestionar, Mica, como la llaman todos, admite que fue construyéndose a lo largo de este tiempo un respeto compartido que -a mi modo de ver- es palpable cuando se visita el museo.
Este año se avanzó con un proyecto interesante, el Ciclo Jóvenes Curadores, que viene por la segunda de cuatro etapas. Cumple con un programa que no sólo se centra en lo exhibido sino en toda una serie de acciones asociadas que van desde performances en vivo, charlas abiertas al público, salidas de los artistas a la comunidad o los programas de asistencia en sala para quienes desean conocer más, se suman los ciclos educativos muy estimados, por donde pasan miles de chicos de todas las edades. Saconi se enorgullece de este proyecto, en parte porque despliega casi cuatro nodos muy presentes en la ciudad: el destierro con obras múltiple formato, la fotografía con un señalamiento inusual al tiempo, la arquitectura con una deriva hacia el futuro y finalmente lo textil con un planteo que amplíe tanto lo funcional como lo creativo. En esos majestuosos espacios es posible imaginar cómo lucirán los que vienen, de los otros hay aquí algunos ejemplos.
Me cuenta que apenas asumió, funcionó muy bien el acuerdo e intercambio con otros museos tanto el MAMBA como algunos nacionales, que llevaron itinerancias de muestras importantes a sus salas. La articulación con estos trayectos es parte del juego de las producciones contemporáneas, me acota y coincido, hay que permitir que esfuerzos de proyectos tan completos como lo fue la muestra deAna Gallardoo la colectiva históricaArgentina lisérgica-que estuvo un tiempo interesante en el origen del Museo de Arte Moderno- sean admiradas por otros públicos. También rotó la del Bicentenario, una visión muy lograda y amplia de nuestra propia historia.
El componente tan heterogéneo de los que van al museo, un espacio que ya se ha instalado como parte de cualquier recorrido por la ciudad de Mar del Plata, hace que los desafíos sean mayores a la hora de seleccionar proyectos y acompañarlos para que se vayan incorporando en el paisaje cultural y la memoria de los visitantes. Me cuenta la directora que ha logrado establecer un muy buen acuerdo con las representaciones diplomáticas que hay en la ciudad, quienes organizan ciclos de cine con películas remasterizadas que llenan la sala del auditorio. Uno de los más seguidos por el público fue el ciclo de cine ruso clásico que produjo acontecimientos notables. Es que esos filmes están en la memoria pero son poco vistos. Asiente cuando le comento que la ciudad tiene una gran gimnasia audiovisual producto de los festivales de cine que activaron la renovación completa de la técnica de otras salas, que suma también la atractiva sala de MAR.
Los desafíos son varios, me aclara, pero la disposición y el trabajo día a día está logrando que las actividades de este nobel museo se renueven, mientras se estimula claramente a repensar aquello que está dentro de lo que sucede hoy. Que se apueste a artistas argentinos, es un plan concreto me afirma y esto también desarrolla un conjunto potente de intercambios, ideas y pensamientos.