Nota publicada online
La exhibición “Entre lazos de sangre y muros que arden” se inauguró el pasado 6 de julio en la novel Galería Phuyu. Desde Arte Online conversamos con Cristias Rosas, director de la galería, y realizamos un recorrido por su obra junto a la artista.
Marina Berio es una fotógrafa/artista de la ciudad de Nueva York. Presidenta Emérita del Programa de Prácticas Creativas del ICP (International Center of Photography) y miembro actual de la facultad. Sus dibujos y fotografías se han exhibido en diferentes espacios de arte a nivel internacional. Presenta en esta oportunidad en Bs.As. obras pertenecientes a tres series de trabajos diferentes, uno de las cuales fue realizado como resultado de su participación en la prestigiosa Beca Guggenheim 2017/8. Amiga de Nan Goldin y miembro activo de su proyecto P.A.I.N. por el cual participó en el último documental recientemente nominado al Oscar.
Con un montaje poco convencional donde la artista dibujó con pólvora sobre las paredes de la galería, como lo hizo en su propio estudio cuando realizo los trabajos que presenta en The space in the mind in the body in the space. En esta serie, Berio indaga sobre las limitaciones del espacio, no sólo el espacio arquitectónico de su taller, sino las relaciones entre su propio cuerpo con los objetos que la rodean. Pero también reflexiona sobre la pérdida del espacio de encuentro reflexivo necesario con la comunidad artística que tuvo que emigrar por el brutal avance del mercado inmobiliario en Manhattan.
En la sala principal presentan el proyecto “Family matter” donde se exhiben las fotografías impresas con su propia sangre como principal pigmento de las imágenes. El tono bajo y monocromo que toman estas obras en relación al contenido simbólico de las mismas, generan un clima intimista. El espectador se adentra e invade el ámbito privado de los juegos filiales, donde la fotógrafa queda y se siente excluida. Una metáfora muy potente sobre las emociones y el rol de la mujer sobre la maternidad como creadora de familia.
En la segunda sala exhiben un trabajo experimental, aún en proceso, donde la artista se torna cada vez más autorreferencial. Una animación de video en la que alterna dibujos realizados en tinta sumi (japonesa) sobre los angiogramas de resonancias magnéticas de sus carótidas realizadas tras un accidente cerebrovascular que padeció la artista. Lo utiliza como disparador para hablarnos de las secuelas con las que está conviviendo en el ámbito del cuerpo interno, como así también, intentar a través de este mapeo enraizado, exorcizarse y sanar.
No sólo el dinamitado diseño de montaje funciona al espectador como hilo conductor sobre las tres series que se presentan, es necesario atender a la relación que plantea la artista permanentemente sobre el uso del espacio interior/exterior con relación a los vínculos emocionales y a la arquitectura. Un trabajo exquisito, vale la pena visitar.