Nota publicada online
En la galería del Banco Ciudad presenta “Las Protegidas”, una serie de “collages” realizados entre 2003 y 2009, que impactan por su belleza compositiva y por la carga simbólica de los elementos que la integran.
Popular y contemporánea, María Silvia Corcuera es una artista que relata el mundo que la rodea y conmueve. Se trata de una obra objetual y conceptual, en la que nada está elegido al azar; cada elemento tiene un significado y se ubica siguiendo una geometría que remite a Hlito y Aizemberg. Son objetos comunes, que resignifica y transforma, pero manteniendo viva la memoria de su esencia y allí radica su fuerza expresiva.
Para Delfina Herrera, curadora de la exposición, en las obras de Corcuera se relacionan dos mundos: lo puramente pictórico y la realidad socio-política. “Ellas (las protegidas) son quienes cuidan a la ciudad que está de luto por sus muertos; muertos provocados por el descuido del Estado”, aclara la artista. “Esta serie apareció después de los peinetones -objeto popular que refleja la desmesura porteña-; cuando sus dientes afilados poco a poco se convirtieron en desafiantes torres de la ciudad contemporánea”.
En su proceso creativo, Corcuera elige un objeto que le transmite un significado que la remite a un material o a otro objeto, que inicia un proceso de síntesis para convertirse, finalmente, en un signo abstracto.
El ojo y la ciudad son los protagonistas en esta serie, y un fondo tramado completa la historia.
En un caso, el signo elegido son los bonos de la deuda externa y las acciones de empresas -Acindar, Siam Di Tella, Alpargatas- como alegoría de una Argentina industrial que no llegó a concretarse. En otro, las imágenes de cientos de Santos y Vírgenes anónimos, popularmente usadas en pulseras como símbolo de protección.
Innumerables papeles de seda conforman las alas de ángeles de agudas plumas, representando las víctimas de Cromañón.
En “Las observantes” utiliza pequeños recortes de cuadernos escolares con forma de pañuelos, representando a las madres y abuelas de Plaza de Mayo. En “Oir dentro del silencio”, sucesivos papeles escritos repiten esta frase a modo de eco, provocando la instropección. Es un momento único en el que la obra pega en el receptor para cumplir su misión.
Ciudadana del mundo -su padre diplomático y su madre historiadora y antropóloga-, se relacionó con las grandes obras del arte europeo, latinoamericano y oriental. Formada Con Marta de Llamas, Silvina Cardozo y Víctor Chab, desde los años 80 trabaja en distintos repertorios simbólicos.
Aguda observadora, crítica pero también lúdica, María Silvia Corcuera asume su responsabilidad de artista e invita a reflexionar sobre nuestra realidad y a no perdernos en la insensibilidad reinante.