Nota publicada online
Sobre la avenida Córdoba en el nuevo circuito de galerías de Villa Crespo, la vidriera de la galería Nora Fisch está clausurada. Es necesario entrar para ver la nueva exhibición de Marcelo Grosman, un artista que no escatima recursos para la presentación de sus muestras: en este casoLa humana máquina, en la que explora las iamgenes producidas por los hombres y que circulan libremente en medios digitales y gráficos. La apuesta de Grosman es doble ya que no importa solo qué muestra sino cómo lo hace.
En un juego ambivalente titula a sus imágenes y secciones de su muestra con emociones humanas:confusión, euforia, pasión, temor, devociónque nos dan solamente una pista de lo vemos. Tomando esas emociones es que agrupa imágenes ya producidas y en circulación en dispositivos visuales diferentes. Es esto lo que interesa a Grosman, trabajar con el uso masivo de las imágenes no sólo como punto de partida sino a manera de reflexión de la propia herramienta: la fotografía cuyo resultado son imágenes sacadas con una máquina, “la investigación o interrogación sobre su propia característica de medio industrial” citando al autor. Este medio industrial que produce objetos industriales va a ser, de alguna manera, reflejo o depositaria de nuestras emociones, de ahí su elección de los títulos. Es interesante el concepto de “imagen residual” que propone Ariel Schettini en su texto que acompaña la muestra, lo que queda en nuestra memoria o lo que terminamos recordando.
La sala está dividida por un módulo que parece una biblioteca con luces empotradas de donde penden unas imágenes en blanco y negro tomadas de grabaciones (¿caseras?), en el sector del frente hay dos mapas intervenidos: uno en una mesa y el otro colgado; en el sector del fondo, imágenes que parecen infografías en las paredes. Los mapas son aéreos o satelitelales en donde la yuxtaposición de pequeñas imágenes con marcos de colores conforman un derrotero, un camino posible o marca zonas, de la pasión, por ejemplo.En el mapa-mesa hay distintas lupas para poder distinguir de cerca esas imágenes, siempre jugando con el cerca-lejos, la impresión que nos causa la imagen entera del mapa al mirar desde arriba y el esfuerzo que significa acercarse y entrar en un contacto íntimo con esa imagen elegida.
En esta muestra hay dos líneas de trabajo que Grosman sigue explorando, como lo hizo enGuilty!Por un lado la del archivo, con la idea de que con tantas imágenes disponibles no es necesario producir más para la generación de sentido. Y, por el otro, la imagen del cuerpo bajo la mirada de las instituciones con poder: el hospital, el neuropsiquiátrico, la cárcel, la escuela, por ejemplo. Los panfletos para llevar que se apilan en la estantería son justamente descripciones desde la ciencia de las emociones elegidas para la exhibición, ¿qué significa la euforia? Al leerlos uno siente una distancia extraña, de esa ambivalencia se nutre esta exhibición.