Nota publicada online
La muestra “Yo estuvo aquí” que se presenta en el Centro Cultural Rojas curada por Soledad Erdocia, reúne un conjunto de 69 obras realizadas en los últimos 15 años. En este marco se incluyen “recitales de pinturas” previstos para los sábados 3 y 10 de junio a las 19 hs.
“Yo estuvo aquí”: en la conjugación del verbo estar parece haber algo que se desarticula entre la primera persona -el lugar de enunciación- y la referida coordenada espacial. Asimismo, en ella, se detecta una reminiscencia de aquella aseveración del poeta Arthur Rimbaud “Yo es otro”. Lo cierto es que al igual que en el autor de “Una temporada en el Infierno” la fórmula de Lula Mari se descubre como una declaración de principios, al tiempo que resulta una acertada señal para quien ingrese a la sala del Centro Cultural Ricardo Rojas.
Excepto por un reducido -pero no por ello menos importante- número de pinturas que conforman tres coherentes núcleos expositivos, la mayoría de ellas se encuentran expuestas abarrotando una extensa pared tanto a su ancho como a su alto a la usanza de las pinacotecas de los museos decimonónicos; anacronismo propuesto por la curadora Soledad Erdocia quien además se encarga de subrayar este carácter, en tanto concepto general que articula la exposición.
El desafío al que se ve compelido el ejercicio de la mirada desde la primera obra que nos recibe,“Los murciélagos” (2023), se supone múltiple y complementaria. A partir de ella, a estas pinturas se las puede abordar en su individualidad como en el caso de “La buena nueva” (2017) que se destaca por sus dimensiones y el lugar central que ocupa en la pared principal, en las virtuosas sociedades en que fueron agrupadas, como las que forman parte “Liebre en vuelo” (2013); “Faisán” (2012) y “Cabra a la Luna” (2013), así como en su abarcadora totalidad donde se revela la fluctuación cromática como hilo conductor.
No obstante, es imprescindible detenerse en los sugerentes detalles que parecen invitarnos a una visión de lo que está más allá de lo explícito. Es en la oscuridad absoluta de los ojos del animal en guardia de“Los gatos”(2017), o en las varicosidades de las piernas de la niña en“La emboscada”(2013) donde se entrevé lo inquietante que hace zozobrar las certidumbres y la provocación inicial del “estuvo” en lugar del “estuve” se nos empieza a hacer tangible.
Este movimiento oscilante de acercamiento, toma de distancia y observación específica se replica en los escenarios que la artista ha elegido. Estos se despliegan desde un mundo íntimo de objetos con escenas imbuidas de una atmósfera metafísica como en los casos de “Antes” (2021),o “Los platos”(2013), hasta en los inspirados en el Delta como “En el agua” (2012), así como en los montañosos paisajes que dan amparo a “Cangrejos y granadas”(2014).
El realismo extrañado, esa segunda naturaleza de inspiración subjetiva poblada de criaturas reconocibles, de bestias en proceso de metamorfosis, de vegetales encantados sumidos en una temporalidad onírica que se manifiestan en “Yo estuvo aquí” han sido posibles gracias a un virtuosismo técnico por demás destacable por parte de Lula Mari, quien hace un uso exquisito del claroscuro, del tenebrismo y del estudio de las potencialidades y ambigüedades de las formas y sus simbolismos.
“Yo estuvo aquí” es un universo de fábula no moralizante. Un universo donde conviven dimensiones en conflicto con la lógica consciente. Un universo de pinturas videntes al que arribamos gracias al desarreglo de la tiranía del tiempo y del condicionamiento de los sentidos.