Nota publicada online
En el generoso espacio de Barro Arte Contemporáneo hay mucho para ver, oír y disfrutar. La propuesta toma por asalto; es cierto que Lolo y Lauti han demostrado con espíritu irreverente que puede esperarse ingenio y diversidad de sus iniciativas y no pocas veces provocación, pero esta vez se exteriorizan otros factores. Las piezas que presentan en la exhibición “Localidades agotadas”, evidencian un trabajo de investigación exhaustivo y una ardua producción de muchos meses cuyo resultado es una propuesta sin fisuras. Menos disruptivos, más sutiles y definitivamente maduros artísticamente, impresionan con un emotivo y sorprendente homenaje al teatro y a distintos hitos de la ciudad de Buenos Aires. También se hace presente la nostalgia común que nos aqueja a todos: el mundo anterior.
Somos muy porteños me dicen de entrada y comentan que extrañan la escena porteña. Conocen “el paño” podríamos agregar después de ver el conjunto de producciones. Lolo y Lauti, (Lorenzo Anzoátegui, Buenos Aires, 1980 y Lautaro Camino, Buenos Aires, 1986) trabajan juntos desde hace una década. Cuando se conocieron en 2011, Lolo hacia teatro y Lauti, video. A esta altura, el dúo de artistas argentinos contemporáneos es reconocido como un sello en la fusión de las dos disciplinas y han hecho mucho por la consolidación de la performance a lo largo de sus actuaciones en la que en muchos casos oficiaron también de anfitriones para mostrar el trabajo de otros colegas.
La puesta del conjunto se advierte profesionalmente trabajada y se encuentra llena de guiños al ambiente del arte. El ingreso a la galería inicia la exhibición con La one. La reconocida bailarina Florencia Vecino danza en un video cuya visualidad coquetea en remembranzas a las imágenes que tantas veces vimos promocionando revistas o comedias musicales; una acertada apertura teatral. Distintos artistas interdisciplinarios fueron invitados a ser direccionados hacia caracterizaciones inusuales, y algunos de los personajes de las distintas piezas, con papeles original y tradicionalmente masculinos tienen un viraje en consonancia con la época; no se me ocurre mejor forma de transmitir que se percibe oportuno. Como ejemplo, Marcela Sinclair compone a un Drácula insólito, Mónica Heller a un antiguo policía concienzudo en fisgonear y la ícónica modelo Claudia Sánchez se luce componiendo a un Hamlet simple y preciso que resulta encantador. En la insospechada versión de la antigua historia de Bram Stoker, los artistas pusieron el foco en reversionar previas adaptaciones argentinas en un tríptico cuyos ornamentados marcos de hierro sostienen las pantallas junto a velones rojos llameantes.
No es esta la primera vez que L&L trabajan con la recreación del mundo del espectáculo; en la Casa Nacional del Bicentenario presentaron una muestra que en su momento fue muy comentada y que marcó el paso de sus carreras desde una escena más alternativa, a la institucional. Allí, bajo la dirección de la dramaturga Mariana Obersztern se las tuvieron que ver con traducir a muestra justamente La sociedad del espectáculo. En la búsqueda de un nuevo enfoque, salieron airosos justamente porque es lo que con su obra experimentan; las problemáticas de la representación. En la ocasión, la curadora señaló algo que se repite en Localidades agotadas “en el mundo de Lolo y Lauti todo conato de superflua ironía se licúa para dar lugar a una honda veneración”. Así se siente, muy elaborado como homenaje, muy Buenos Aires, muy porteño.
Hay una sucesión de instalaciones audiovisuales de distinto tenor; un obelisco sostiene la proyección de un video en Ah pero anoche…About last nigth en el que se homenajea a otros tantos edificios emblemáticos de la Ciudad; la cúpula del Barolo, la confitería el Molino, el planetario, el edificio IBM, etc. pero éstos hechos sombrero y los sostienen mediante la ejecución de una danza realizada también por artistas generacionalmente afines, como Maruki.
Otra es Mundo Fever; mediante una gran pantalla y gradas al estilo teatro off ofrecen los testimonios de la histórica vedette Pochy Grey, que cuenta anécdotas sucedidas entre bambalinas y Kado Kostzer habla de la época del Di Tella y entre cosas de las problemáticas de censura que experimentaban. Por último, en una antesala más privada recrean con Chismoses una peluquería estéticamente acorde a esos años en la cual se escucha a Alberto Passolini con un interesante relato del mundo “calle Corrientes”.
Raúl Flores ofició como curador y escribe que, con esta exhibición los artistas encuentran su “propio paraíso”. También era el nuestro, tenía posibilidades de disfrute colectivo que ya no existen.