Nota publicada online
Masones, judíos ortodoxos y mariachis son protagonistas de una muestra que reflexiona sobre el fracaso de ciertos caminos para lidiar con la fugacidad de la vida.
“Esta muestra habla del fracaso de las estrategias de la cultura para que la jerarquización te mantenga vivo en el recuerdo de los otros, más allá de la muerte”. Lo dice Leandro Allochis (Perito Moreno, Santa Cruz, 1974) en una recorrida por su muestra “Vanidad de Vanidades”, curada por Julio Sánchez, que puede verse estos días en la galería Vitriol. Con fotografías escenificadas llenas de humor e ironía que citan grandes pinturas de la historia del arte y en las que se mezclan masones, judíos ortodoxos, mariachis y personajes de la cultura popular, Allochis recrea esas estrategias ineficaces e infantiles a las que se aferra desde hace milenios el único ser viviente del planeta que se sabe mortal.
La idea de esta serie de fotos nació cuando el artista asistió en el templo masón que se encuentra frente a la galería, en Perón al 1200, a una tenida fúnebre. “Una vez al año -explica- los masones recuerdan con esta ceremonia a todos los compañeros que murieron en los doce meses anteriores. El ritual me pareció fantástico: había un féretro en el medio del templo, ellos no te dicen si está o no vacío, pero había muchas flores y una especie de coreografía de los masones, que andan con guantes, se mueven por el este, por el oeste...”
Fascinado por la escena, el artista se puso a investigar y se dio cuenta de que hay una serie de rituales que se mantienen en la actualidad, alentados por esta necesidad de lograr reconocimiento social y jerarquía en vida. “¿Por qué buscar ser jerarquizado? -se pregunta-. Para ser recordado y no morir. Una forma simbólica de no morir, ponele”, se responde con una sonrisa.
Ni más ni menos le ocurrió a la figura protagónica de “El entierro del conde de Orgaz”, que El Greco pintó por encargo entre 1586 y 1588. Más allá de su milagroso ascenso a los cielos que anuncia el cuadro, el conde en cuestión -no hace falta decirlo- sigue completamente muerto, lo mismo que El Greco, aunque la pintura que los une sea una de las más recordadas de la historia del arte. Ahora una fotografía de Allochis -con tono pictórico manierista donde se cuelan el surrealismo y el pop- recrea la escena sustituyendo a los personajes de El Greco por ocho mariachis sin rostro adorando un pinball (flipper, lo llamábamos aquí en los años 60/70) de Star Trek (Viaje a las estrellas), recordada serie que también exploraba, a su manera, en el más allá y en lo desconocido. Allochis produce así esos cruces -presentes en buena parte de su trabajo- entre religión, ciencia, historia del arte, cultura popular y, por supuesto, pintura y fotografía.
El artista, con formación en arte tradicional, es profesor de artes visuales. Estudió grabado en Sevilla, ciudad con una fuerte impronta barroca, pero hoy tiene un discurso contemporáneo y conceptual y practica lo que él llama una alquimia de géneros. “Se me ocurrió traer referencias de la historia del arte y traducirlas en lenguaje fotográfico y a veces publicitario (muchas de sus puestas parecen publicidades), una especie de alquimia de géneros, algo de la pintura, algo del barroco, de la cultura popular y crear estas escenas un poco cinematográficas, un poco documentales, algo de sacralidad y que la mezcla te haga preguntas. Todo mi trabajo, la idea del posado, de la puesta en escena, tiene una fuerte carga de tradición pictorica”. Las obras exhibidas en Vitriol, impresiones digitales en papel fotográfico escenificadas con todo detalle, no están cubiertas con vidrio y algunas pueden parecer más óleos que fotografías. Siempre está a la vista del espectador su carácter ficcional, sobreactuado y teatral, a años luz del registro fotográfico.
Cruces similares a los de la obra que recrea la pintura de El Greco se dan en otras obras exhibidas -siempre con fúnebre fondo infinito negro-, donde los personajes son masones y judíos ortdoxos con vestimentas características y atributos jerárquicos.
La muestra se completa con una instalación inmersiva -la primera instalación en la trayectoria de Allochis- que fue idea del curador Julio Sánchez y que permite a los visitantes llevarse de la muestra una selfie o, más precisamente, una fotografía en la que serán sus propios personajes sentados a una teatral mesa de la vida y de la muerte.
“Vanidad de Vanidades” puede verse en Vitriol, Tte. General Perón 1253, de lunes a viernes de 12 a 21 y sábados de 9 a 12, hasta el 20 de mayo.