Nota publicada online
Mano de Obra es el título de la muestra que el artista presenta en la Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat con curaduría de Lara Marmor. Las obras son expuestas en una planta abierta, sin paneles delante de los ventanales.
Científicamente el color, como tal, no existe, es sólo una percepción. Es una interpretación de nuestro cerebro de ciertas señales que le llegan a través de nuestros ojos; una estimulación que es causada por los rayos de luz y por las longitudes de onda que lo componen.
El mundo que nos rodea se nos muestra en color. Las cosas que vemos no sólo se diferencian entre sí por su forma, y tamaño, sino también por su color. La vida es, felizmente, en “tecnicolor”. El color en sí mismo es un portador de expresión, efectividad, sensación, de cierto simbolismo y carácter; tiene su propio lenguaje y también un significado.
Para muchos pintores –y Cambre se reconoce pintor desde siempre-, lo esencial puede estar en la técnica, el dibujo, la composición, incluso en la perspectiva. Pero, para este arquitecto que recibió de su padre ingeniero su primera caja de pinturas y su amor por las matemáticas a la edad de siete años, lo esencial es el color. Josefina Robirosa y Yuyo Noé fueron sus maestros y mentores; casualmente dos maestros del color.
Durante los 90, Cambre pintó vasijas y, como afirma Lara Marmor, curadora de la muestra en el texto de la exposición, “a partir de ellas hace foco en el estudio de los elementos plásticos: la relación entre la figura y fondo, profundiza la investigación sobre el color y trabaja sobre el problema de la perspectiva.” A las vasijas le siguieron los puntos y mas tarde las sombras y los reflejos de fragmentos de la naturaleza. Grandes monocromos en los que apenas podemos percibir follajes que tímidamente se develan en esas obras. Obras que hablaban en tono bajo, casi secreto, de una necesidad de síntesis, de una búsqueda por lo esencial.
Las pinturas que actualmente se exhiben en Colección Fortabat, alcanzaron sin duda la síntesis total. Son la esencia misma: el color puro.
Cambre es metódico en su forma de trabajar. Experimenta e insiste en su camino. Va dejando atrás todo aquello que pierde sentido: el gesto y la figuración y, sólo le da lugar a lo que realmente le importa: el color. Pinta capa sobre capa y llega a crear un sistema propio de relaciones dado por un conjunto de líneas verticales, producto de la superposición y acumulación de esas capas de pintura. A partir de pequeñas pinturas que funcionan como “matrices”, realiza enfoques que amplía en grandes telas dispuestos a lo largo de una de las paredes de la sala. La imponente serie “Artforum” formada por veintiún monocromos -de 1,96 x 1,40 m cada uno-, se enfrenta al paisaje de Puerto Madero, apenas intervenido por un video del artista.
El catálogo de la muestra también resulta sorprendente: es el diario de la exposición relatado por la propia curadora; una manera simple y creativa de mostrar la “cocina” de una muestra. Todas las tensiones, las decisiones, las sorpresas, en fin, los distintos condimentos que intervienen y que, finalmente, dan por resultado este montaje al que el espectador se enfrenta. En un cuadernillo mas pequeño, los textos de Ezequiel Alemian, completan la experiencia con sus poéticas improvisaciones frente a cada una de las obras expuestas. Es un espectador sensible –como muchos de los que recorrerán la muestra- que nos enseña a dejarnos llevar por nuestra percepción y, así descubrir de qué se trata el arte.
“Mano de Obra” es una experiencia visual que nos conduce a la esencia misma del ser de la mano de un maestro del color: Cambre.