Nota publicada online
Curada por Alexis Fabry, la exposición está conformada por 53 fotografías a color, inéditas, registradas entre los años 2019 y 2023, que recorren diversos paisajes urbanos desde la particular mirada de su autor.
El arquitecto e investigador Adrián Gorelik, en su ensayo Miradas sobre Buenos Aires (2004), se propuso establecer vínculos entre historia cultural y crítica urbana y de la particularidad de este entretejido desprende una inferencia: “…la ciudad y sus representaciones se producen mutuamente. No hay ciudades sin representaciones de ella, y las representaciones no solo decodifican el texto urbano en conocimiento social, sino que inciden en el propio sentido de la transformación material de la ciudad”.
Materia, la nueva exposición del reconocido fotógrafo Juan Travnik puede abordarse como una ocasión pertinente para meditar cómo arte y ciudad se inciden recíprocamente. Las resultantes de su encuentro derivan en la consolidación de la densidad específica del primero y en el discernimiento de ciertas facetas de la segunda. Si bien este conjunto es, hasta ahora, el último eslabón de su producción, es factible en él no solo hallar familiaridades formales con series que lo preceden como Bancos (2003) o Los restos (2007), sino incluso con los ecos tardíos y sin embargo persistentes de sus motivaciones, aunque aquí la presentación sea más íntima, concentrada y poética.
En la imponente sala de la Fundación Larivière proliferan, en una homogénea proporción cuadrada, lo que parecen ser triviales imágenes urbanas exentas de la presencia física humana, donde se observan fachadas desangeladas, esquinas donde destacan postes húmedos o gastadas columnas de edificios, ventanas y puertas tabicadas, cortinas metálicas bajas, carteles publicitarios rasgados, geometrías fortuitas; todo ello indicio inequívoco de una forma de clausura y del paso implacable del tiempo.
La materialidad es la huella, el testigo silencioso de la actividad humana. Sus consecutivas capas, sus signos de deterioro, abandono o metamorfosis conforman una suerte de palimpsesto, resultan un conglomerado de vestigios cuya entidad, aún con sus lógicas restricciones, es devuelta gracias a la mirada del fotógrafo. Coincide en esta materialidad lo que el filósofo Eduardo Rinesi ha denominado “lógica del resto”. Es decir, aquello pasado que sigue actuando en el presente y lo desquicia, ya que “nunca es posible pensar una sutura última del ordenamiento social sin producir alguna clase de resto, cuya `molesta´ presencia revela una ausencia constitutiva”.
A todo ello el curador Alexis Fabry, de manera atinada y original, agrega otra variante de sentido al aproximar los rasgos pictóricos del trabajo de Travnik con el Informalismo. Este anacronismo calculado, esta afinidad aparente, no sólo es acreditada mediante la presencia de obras de Clorindo Testa y Noemí de Benedetto, sino que puede ser percibida a través de los cambios sutiles que se registran en la disposición de los grupos de fotografías que se encuentran expuestas.
El deambular urbano de Travnik implica una retracción, tanto de la multitud como de la mirada indolente cotidiana. Del acto fotográfico en sí, posterior a ese desplazamiento y al mismo tiempo inefable, devienen imágenes análogas de la ciudad teñidas de extrañamiento. Gracias a ellas podemos poner en cuestión la naturalización de sus transformaciones, admitir sus fisuras, volver a transitar por sus calles sin inocencia.