Nota publicada online
Las instalaciones "Piel sensible" y "Sin fin" de Jorge Miño que componen esta muestra nos proporcionan la posibilidad de experimentar una realidad multiplicada.
Jorge Miño (Corrientes, 1973) es fotógrafo y, sobre todo, es un constructor de mundos fantásticos. Sus imágenes se caracterizan por transportarnos a extrañas dimensiones donde todas las arquitecturas son posibles. Sus escaleras suben, bajan y atraviesan la escena desmaterializándose en un tiempo infinito donde el equilibrio y la ausencia siempre están presentes. Y es que para Miño vivimos un mundo de realidades infinitas que podemos transitar a partir de decisiones intuitivas que van más allá del propio conocimiento.
Esta exposición, curada por Gabriela Urtiaga, reúne dos importantes instalaciones especialmente creadas por el artista para la Sala C del Centro Cultural Recoleta.
“La piel traslúcida”, una poética instalación que ocupa el pasillo lateral de la sala, está formada por una serie de fotografías impresas en blanco y negro sobre gasa que cuelgan del techo; ubicadas una detrás de la otra, integrando la secuencia de una única imagen. La percepción de esta imagen variará según dónde se ubique el espectador. “Es el mismo principio de las capas que utiliza para desmaterializar sus escaleras”, explica el artista.
En la sala central y, en medio de la oscuridad, una enorme caja de vidrio contiene dos impactantes escaleras que se cruzan en su recorrido ascendente y descendente formando una X. Apoyadas sobre un piso de espejo se reflejan hasta el infinito dentro de esta mágica caja de cristal.
De la misma manera que con sus fotografías, Jorge Miño crea nuevas realidades que nos incitan a trasponer ese umbral invisible donde el final es un comienzo.