Nota publicada online
El conjunto de obras presentadas en la actual muestra en Galería Del Infinito, forma parte de una investigación rigurosa de archivo de artículos periodísticos. La artista reexamina catástrofes, ya sea naturales o incurridas por los hombres, y busca revisitar los acontecimientos históricos a partir de su singular re-interpretación visual.
Nubes de humo erguidas, imponentes. Señal inequívoca de un acontecer. Las mezclas visibles de gases ascienden por encima de arquitecturas y paisajes naturales. La serie de obras con el título Cuando divise el humo azul de Ítaca, de la destacada artista Matilde Marín, nos sitúa en la densidad del tiempo del hombre, en las tragedias ocasionadas por su propia acción, en primer lugar, pero también en aquellas debidas a causas naturales. En 2005, la mirada de la artista empezó a detenerse en las imágenes fotográficas de periódicos locales y del exterior donde aparecía humo. Las recortaba, digitalizaba e iba componiendo un corpus de cierto estado del mundo. Marín es una artista “testigo”, como ella misma se define, con una importante capacidad para vislumbrar elementos y situaciones transversales a un tiempo, las cuales lo definen y sintetizan. Sucedió cuando su mirada y sensibilidad se detuvieron en los faros del mundo en desuso y extinción por haber caducado su función. Sucede con estos humos que devinieron un work in progress materializado en un hermoso libro de artista con textos históricos seleccionados por José Emilio Burucúa y una pieza musical de Marta Lambertini. También formaron parte de un video y del envío de sus obras a la XIII Bienal de La Habana de este año.
En la presente muestra en la galería Del Infinito, Marín ofrece lo que considera el último tramo de esta serie que siente próxima a finalizar. Encontramos las páginas de diarios entre vidrios y apoyadas sobre delgadas tarimas blancas, en una forma expositiva que sugiere la idea de portarretratos de la historia. Sin modificar el tamaño original del papel de cada periódico, recorremos las imágenes de los humos resultantes del incendio del Palacio de La Moneda por el golpe militar a Salvador Allende, el de la implosión de la fábrica 53 de la Eastman Kódak Company donde se producía la película para cámaras analógicas, el de las manifestaciones en Francia del movimiento de los chalecos amarillos, el de la polución de la central eléctrica de Belchatow en Polonia, el de la catedral de Notre Dame, el de la deforestación en Brasil, entre otros.
Si en el envío a la Bienal de La Habana la imagen estaba acompañada por el texto, en el presente conjunto exhibido la artista decidió dejar de lado las palabras. Sin embargo, ofrece vestigios de su presencia originaria al trazar las líneas de las celdas de diagramación que las contenían o los renglones –estas formas geométricas evocan, a su vez, la serie de la artista relacionada con Kasimir Malevich– y al colocar letras iniciales aisladas como si fuese posible volver a narrar un comienzo para el día después de lo acontecido. De esta forma, la reproducción que “ilustra la noticia” se vuelve autónoma y protagonista al punto de extraer fragmentos de ella y exhibirlos a su lado para señalar diversas partes (como si de un rostro se extrajera la mirada o la boca o la frente). De la inicial noticia periodística preserva también el nombre del medio gráfico, el título y la fecha, a manera de epígrafes que anclan el significado de la referencia visual. La producción de la artista vuelve a hablarnos del ser humano, de sus acciones y formas de existencia. El humo en este caso hilvana una extensa historia, sobre todo en sus aspectos más sombríos de destrucción, de la que queda la evidencia fugaz del humo perpetuada por la lente fotográfica. En el texto curatorial de la muestra, Jimena Ferreriro expresa: “El humo es tierra arrasada pero también señal de esperanza. No es casual que el título haga referencia al humo azul de Ítaca –la ceremonia del retorno del héroe en los poemas homéricos–, donde humo significa promesa (“cuando divise”, dice en modo condicional)”. La prolífica obra de Marín en la cual prevalece el blanco y el negro, la sutileza, la belleza y el concepto, nos involucra en sus testimonios contra la destrucción y olvido en dirección a la construcción y la memoria.