Nota publicada online
Ubicado en el legendario barrio de Almagro, el Taller Museo de Gyula Kosice reúne un considerable número de obras de su fundador, pertenecientes a todas las fases de su profusa trayectoria artística. Piezas lumínicas, cinéticas, acuosas, ambientales y participativas reciben al espectador en este ámbito particular que es a la vez museo y taller, espacio expositivo y centro de creación artística.
Kosice ocupa un lugar central en la historia del arte argentino, y es un reconocido pionero de la experimentación cinética y lumínica en la arena internacional. Su temprana incursión en el movimiento concreto a mediados de la década de 1940, y en particular, la fundación de MADI, lo ubicaron en el eje de la vanguardia porteña y de las discusiones sobre el destino de la práctica artística, que se debatía en esos momentos entre la figuración, la abstracción y un arte no ilusionista, de realidades físicas concretas.
Dentro de esta última línea de pensamiento, Kosice eligió el camino de la indagación sensorial y tecnológica, que lo llevó a realizar obras con luces de neón, motores y flujos de agua en movimiento constante. Utilizando materiales noveles, como el acrílico o los tubos de luces modelables, inventó un universo de formas cambiantes, muchas veces etéreas y desmaterializadas, que impactan en los sentidos y la emoción sin recurrir al suplemento de un relato o tema. Así, sus obras apuntan a la percepción y el disfrute, independientemente de la teoría que encarnan. Como harán notar los movimientos cinéticos posteriores, estas producciones no están dirigidas a un público especializado, conocedor de la historia del arte y sus teorías, sino a cualquier persona con la capacidad de percibir y dejarse llevar por los efectos estéticos de la luz, el movimiento y el color.
Frente a las complejidades formales de los movimientos pictóricos contemporáneos, Kosice optó por un arte cercano a las experiencias vitales, integrador y sensible. Esta preocupación lo llevó a recurrir al agua como elemento natural y esencial, y posteriormente, a diseñar una ciudad destinada a transformar las relaciones sociales y la vida en su conjunto, la Ciudad Hidroespacial, adquirida recientemente por el Museum of Fine Arts de Houston, pero que todavía puede apreciarse en el museo de Almagro.
La Ciudad Hidroespacial marca un hito en la carrera de Gyula Kosice. Como lo hiciera Constant en esos mismos años, el artista argentino se preocupa por los problemas habitacionales e imagina una estructura urbana elevada, que se sustenta en una energía limpia y renovable. Pero en su plan, no sólo cambia la urbe, sino también las actividades de sus habitantes, que son ahora poéticas. Su proyecto apunta a la totalidad de la vida, y no exclusivamente a sus necesidades básicas.
Su producción posterior investiga aún más en las posibilidades de las tecnologías contemporáneas y los materiales industriales. Su obra reciente transita el terreno digital y continúa en la exploración lumínica mediante la incorporación de los sistemas variables y multicromáticos basados en LEDs. Así, el museo se sigue poblando con nuevas creaciones, transformando la tradicional imagen de estos espacios.
Efectivamente, el Taller Museo de Gyula Kosice no es un ámbito estático, destinado a exhibir los instantes seleccionados de una historia más o menos cerrada, sustentada en un discurso consagratorio repetido sin cesar. Por el contrario, se trata de un espacio lleno de vida y energía, del que surgen nuevas obras, ideas y propuestas, y al que el artista asiste diariamente para continuar con su labor de más de sesenta años dedicados a la creación.
Un libro de publicación reciente (Autobiografía, 2010) da cuenta de todo este largo camino. Pero una única visita al Museo Taller es suficiente para capturarla como experiencia estética, vibrante y vital.