Nota publicada online
En el centenario del regreso al país de Emilio Pettoruti y Xul Solar luego de su periplo europeo, Del Infinito presenta una exposición curada por Javier Villa que, además de recordar el significado vanguardista de la irrupción de estos dos grandes artistas en nuestro medio, reconstruye con material de archivo la escena iniciática de la muestra del primero en la Galería Witcomb.
Xul Solar (1887-1963) partió de París el 20 de junio de 1924 con destino a Hamburgo, ciudad donde se encontraba Emilio Pettoruti (1892-1971). Ambos se habían conocido en Europa en 1916 y en el puerto alemán se embarcaron en el vapor Vigo, con rumbo a Buenos Aires. Previa escala en Montevideo arribaron a Buenos Aires en el amanecer del 23 de julio. Una ciudad muy diferente a la que habían dejado en los comienzos del siglo XX los aguardaba.
Puede deducirse a través de sus intercambios epistolares que tanto Emilio Pettotuti como Xul Solar parecerían no haber ignorado cuál sería la posible recepción de sus obras en Buenos Aires. Ellos habían convenido en un principio exponer juntos, pero no resultó así. De acuerdo al testimonio de Pettoruti, a éste el tiempo lo apremiaba mientras que Xul prefirió estirar los plazos. Si bien fueron amigos, esta no sería la única diferencia entre ellos a lo largo de sus vidas. Después de recorrer las galerías de la calle Florida, Pettoruti se decidió por Witcomb, que en aquella época se ubicaba entre Corrientes y Sarmiento. La consigna que él se estableció fue la de dar una verdadera batalla entre una nueva concepción del arte versus lo establecido: el arte de un mundo nuevo que traía las transformaciones operadas en Europa debía abrirse paso en una ciudad del nuevo continente donde prevalecían corrientes como el naturalismo y el costumbrismo.
La exposición fue inaugurada el 13 de octubre de ese mismo año y contó con la presencia del entonces presidente Marcelo Torcuato de Alvear. Cuatro días antes, salió publicado en la revista Martín Fierro un amplio artículo de Xul donde resaltaba que en las obras expuestas se podrían observar “todos los gérmenes de nuestro arte futuro”. El resultado fue un estruendoso escándalo que concluyó con gritos, insultos e intercambios de golpes de puño con la consecuente repercusión en la prensa donde se extendió la discusión. Para la historia del arte vernáculo este episodio derivó en un hito fundante.
A cien años de estos acontecimientos, la Galería Del Infinito ha decidido homenajear a los protagonistas de aquel momento transformador al tiempo que preservarlo para beneficio de nuestra memoria cultural. No es un dato menor que esta iniciativa la lleve a cabo una galería y no un museo, ya sea público o privado. Un centenario de tamaña importancia no debía pasar desapercibido, sea cual fuera su interpretación de él. La exhibición presenta más de 50 obras, algunas emblemáticas de las trayectorias de estos artistas, otras que no han tenido tanta visibilidad y unas pocas, pero valiosas, inéditas.
Los núcleos temáticos que plantea el guión curatorial resaltan, en un comienzo, las vicisitudes de la experiencia europea. Se pueden conocer así, en primer lugar, algunas circunstancias que tienen que ver con el primer encuentro, con la nostalgia por el suelo patrio a través de fragmentos de cartas y con el empeño conjunto por la subsistencia diaria gracias a la recreación de un exhibidor de pequeños paisajes como los que supuestamente podrían haber utilizado para la venta de trabajos en la vía pública. Inmediatamente, se da paso al punto de inflexión que significaron las vanguardias en sus respectivas prácticas. Unos dibujos de Pettoruti testimonian la influencia del futurismo -aún interpelado por éste- y unas diminutas acuarelas de Xul Solar dan cuenta del influjo que provocó el polémico místico británico Aleister Crowley en sus obras de características visionarias. El último capítulo de la experiencia europea trae los paisajes guardados en sus memorias en los cuales anidaban los trayectos formales y simbólicos de ambos. Para Pettoruti eran los ambientes de los bosques platenses y para Xul Solar las casillas del Delta del Tigre.
El cuarto núcleo pone en diálogo algunas de las piezas más relevantes de estos artistas realizadas años después de su retorno al país. Sobresalen los 7 Rishis (sabios venerados de la antigua India) y el Pan Tree de Xul Solar, máximas expresiones de su misticismo. Frente a los rishis se encuentra la Farfalla (mariposa en italiano) de Pettoruti, realizada a comienzos de la década del sesenta. La obra demuestra su madurez en el manejo de las formas abstractas puras, la luz y el color.
El último núcleo es una recreación experimental de la exposición de 1924 en el Salón Witcomb y sirve como un paréntesis que cierra en forma simétrica el relato. La reconstrucción de aquel escenario se pudo concretar gracias a las fichas originales que el propio Pettoruti fue archivando durante su carrera. Se encuentran exhibidas veinte de esas fichas correspondientes a las obras que el artista mostró en aquella oportunidad respaldadas por un trabajo previo de investigación. Además, del mismo artista, se presentan tres tintas de naturalezas muertas muy en sintonía con las obras de esa época. En las paredes se encuentran presentes doce dibujos jamás expuestos de Xul Solar que encarnan de manera caricaturesca a los espectadores y a los grupos vanguardistas y tradicionalistas en conflicto. El sector puede apreciarse como una mezcla de antiguo bar porteño, metafórico ring de box y fantasmática sala de exhibición que permite ensoñar el álgido clima que enfrentaron por aquellos días. Cabe destacar, asimismo, que el diseño de este último espacio, complementa a los que lo anteceden y que tomaron como modelos las particulares arquitecturas de Xul Solar y los esquemas implementados por Pettoruti para investigar la luz.
En los tiempos presentes, donde el escándalo es más un remanido anzuelo de mercado que la consecuencia de un debate entre partes que guardan convicciones apasionadas, resulta difícil imaginar hoy un acontecimiento equiparable al que esta exposición presenta. Sin embargo, ésta puede ser una oportunidad interesante para continuar indagando en lo sucedido en 1924 desde la riqueza de una perspectiva ya acumulada, sea para examinar más en detalle lo relacionado con sus condiciones de producción, con sus derivaciones o con sus vínculos con otras antinomias históricas.
Desde el 13 de enero
De lunes a viernes de 11 a 17hs