Nota publicada online
"Tierra Celeste" es la serie de pinturas y dibujos recientes que José Alberto Marchi presenta en Mundo Nuevo Gallery Art, con la curaduría de Mercedes Casanegra.
Cruzar la barrera del tiempo, despojados de todo. De nuestras preocupaciones, de nuestras múltiples ocupaciones, de nuestros locos pensamientos; de nuestra voraz contemporaneidad. Permanecer silenciosos , mansamente atentos, abiertos a percibir y, simplemente, dejarnos invadir por una experiencia muy cercana a lo espiritual. Un experiencia que en realidad deberíamos ejercitar mucho más seguido y que tiene que ver con detenernos a disfrutar de la profundidad de nuestra marea interior. De esto se trata Tierra Celeste, la instalación pictórica-sonora de José Alberto Marchi y Circular, el dúo compuesto por Daniel Varela y el mismo Marchi, presentada en Fundación Mundo Nuevo.
En la muestra, curada por Mercedes Casanegra y estructurada de acuerdo al espacio de la galería, Marchi toma íconos de la pintura occidental, los mismos que admiraba en libros y museos cuando aprendió a pintar. Parte de una pequeña obra de Leonardo, un estudio para el paño de la Anunciación y trabaja preparando el lino con tonos tierra para tratar de reproducir los mismos tonos de la obra original. Intuitivamente deja espacio hacia arriba y siente la necesidad de poner en él una mancha de luz. Nace así el primer módulo de esta obra muy cercana a la simbología e imaginería cristiana, en el que la ausencia de la figura humana le imprime aún más presencia espiritual y que, si bien puede cumplir una interpretación religiosa, no fue estrictamente concebida como tal. El segundo módulo lo trabaja a partir de la tela en blanco, el núcleo iluminado es la tela cruda, una luz invade la escena y baña el paño; luz celeste por su color y celestial por su procedencia. En el tercer y último módulo, ya todo luz, la mancha se convierte en tierra y asciende. Acompaña este tríptico una pequeña obra realizada a lápiz, un lápiz muy duro, que exige del artista una dedicación y una actitud muy cercana al rezo. Actitud de rezo que representa en la segunda sala,Oracióny en la que una figura, presente sólo a través de sus vestiduras, es tratada por el artista en positivo y en negativo y, a su vez en espejo, también en tonos tierra y cielo.
Una vibración, llegada de otros tiempos, invade el espacio de la tercera sala y nos transporta, quietamente, al siglo XVII. Un paño, verdadera reliquia de ese siglo, domina la sala. Un paño que le llegó al artista como regalo, proveniente de un taller de restauraciones de Milán y que actuó como verdadera protección entre una obra y su bastidor a lo largo de un siglo y medio. Un paño al que Marchi le dedicó mucho tiempo; al que contempló, y al que escuchó. Tanto él como Varela, admiran la obra de Van Eick y, especialmente el majestuoso políptico instalado en la Catedral de San Bovón en la ciudad de Gente, cuyo paño central esFons Vitae. Obra en la cual, la comunidad de Santos llega desde los cuatro rincones de la tierra a la Fuente de la Vida y al altar del Cordero Místico, coronado por el Espíritu Santo; escena basada en el Apocalipsis del apóstol Juan. Marchi trabaja sutilmente sobre el antiguo paño, con mucha trementina y muy poco pigmento tierra, muy similar al tono del lienzo. Apenas esboza las figuras y las delinea con lápiz; deja sin intervenir la mancha central originaria de la tela, en memoria de su verdadera misión: la de resguardar. Un órgano del siglo XVII respira. Una nota se eleva, se expande y luego se silencia. Son cinco. Cinco microformas sonoras y cinco silencios que completan esta experiencia y que rescatan del olvido y de otros tiempos, el sonido sugerente de un órgano, de una viola de gamba y de un arpa, instrumentos contemporáneos a la obra de Van Eick.
Pintor, músico, intuitivo y sensible, Marchi nos propone entre presencias y ausencias, pobladas de vibraciones y silencios, un viaje a Renacimiento, verdadera cuna del pensamiento del Hombre, para re-nacer como tal y enfrentar, completos, el tiempo que nos toca vivir.