Nota publicada online
Carlota Beltrame es tucumana, artista, gestora, docente, investigadora y Doctora en Artes. Uno de esos artistas etcétera que producen y también gestionan su propia escena.
La docencia y la gestión fueron y son pilares importantes en su carrera pero nunca dejó de producir obra. Organizó talleres entre los que se destacan los Encuentros De Producción y Análisis de Obra Para Jóvenes Artistas del Noa patrocinados por la Fundación Antorchas. Fue representante de TRAMA. Programa de Confrontación y Cooperación entre Artistas en Tucumán.
Ganadora del Primer Premio del Salón Nacional de Artes Visuales en 2018
Desde Arte Online la entrevistamos para conocer su proceso creativo.
Su relación con el arte viene desde muy chica. Desayunaba mirando un Gómez Cornet que tenían sus padres y fueron quienes la incentivaron en su decisión de seguir la carrera de arte. Se recibió en la Universidad de Tucumán como Licenciada en Artes con orientación en pintura.
“Tucumán siempre se destacó por su escena artística muy viva, por su tradición paisajística con clima de provincia, seguida por una etapa de realismos críticos entre los que se destacan Ezequiel Linares y Gerardo Ramos Gucemas,” contó la entrevistada. Muchos de sus congéneres se exiliaron en Europa y con otros, como Marcos Figueroa, necesitaron refrescar la escena, coincidiendo con la llegada de Fundación Antorchas, con Meco Castilla y el Fondo Nacional de las Artes con Fernando Farina y Andrés Labaké, mas tarde, que buscaban quebrar la hegemonía de Buenos Aires.
De la Facultad de Arte de Tucumán obtuvo una beca iniciática con la que viajó a Valencia y le dio la oportunidad de conocer el arte contemporáneo internacional. Comenzó a reconocerse artista cuando comenzó a trabajar con sus “Esculturas cosidas” por consejo de uno de sus profesores y después de ver una retrospectiva de Eva Hesse. Así fue como logró incorporar herramientas de la vida cotidiana y su vínculo con la artesanía que hoy son ejes fundamentales en su obra.
Del emblemático Taller de Barracas recuerda dos frases que se incorporaron a su ADN, de Pablo Suárez: “No empujes la voluntad discursiva de una pieza que ya habla por sí sola”. De Tatato Benedit; “Basta sólo una buena idea cada cinco años”.
Llegó a Düsseldorf, Alemania para estudiar en la Kunstakademie por una beca otorgada por la DAAD. Llevó piedra de rodocrosita y con la que esculpió Polizeipistole, para hablar de la violencia vivida en su Tucumán natal.
Hablamos de La Utopía, la obra que ganó el primer premio del Salón Nacional en 2018.
Está compuesta por 28 piezas que reproducen frases, logos de partidos y agrupaciones y pintadas políticas de nuestro país. Con ella se puede "visitar" nuestra historia reciente, nuestras contradicciones; el país en general, pero también Tucumán; la artesanía local ligada a lo femenino en contraste con cierto absolutismo ideológico ligada a la masculino; la delicadeza de la presentación de cada pieza en contraste con la violencia de las luchas por la representación de clase, nuestro pasado y nuestro presente político.
Hablamos también de su muestra en MUNTREF, que no se pudo inaugurar porque comenzamos la cuarentena por la llegada del Covid 19. Recorrimos algunas de las obras allí expuestas:
Los años de plomo: Diez pañuelos de randa cubiertos con plomo; una obra en la que habla de la historia de Tucumán. Este es un pañuelo que se vende en todas las casas de artesanías tucumanas y los hacen las randeras en la zona donde combatió la guerrilla y se convirtieron en lugares de tortura de la dictadura.
Aquí se juntan la intimidad del llanto femenino y la violencia pública que se relaciona a lo masculino.
El Olvido, es la traducción en randa de una chaqueta de un prisionero de un campo de concentración. La realizó con sus propias medidas para ponerla en diálogo con su historia como tucumana y de haber vivido y conocido lo que fue la dictadura. Se exhibe como una prenda preciosa. Aquello que no debemos olvidar para que no se repita. Sin embargo, la llamó El Olvido porque “la memoria está hecha de olvido”.
Tránsito pesado, es una vereda de baldosas de vidrio de ocho metros. Es el camino que transitamos en nuestra vida y
El calor de la Barbarie: Una gigantesca manta de Santiago del Estero que las teleras tejen en medio del monte santiagueño, agreste y tremendamente seco. Es la metáfora de cómo se desprecia el saber popular sin tener en cuenta su sabiduría y belleza. Una pieza en la que logra “poetizar la política” como le sugirió Pablo Suárez en aquella memorable beca del Taller de Barracas.
Carlota Beltrame es una artista comprometida con su época; su voz de hace escuchar porque logra hacer poesía partiendo de la violencia que muchas veces nos rodea y esto nos ayuda a reflexionar, rescatando la memoria de nuestra historia y nuestras artesanías.
Aquí la entrevista:
