Nota publicada online
Hasta el 27 de agosto se podrá disfrutar de un proyecto del reconocido artista especialmente pensado para este emblemático lugar. Son tres instalaciones que indagan sobre la vida avasallada, la ansiedad experimentada por el sonido inaudible y lo que engaña a nuestros ojos
Los que asistimos a la convocatoria de prensa nos sentimos muy cerca de un artista que suele no estar cercano. Nosotros sabíamos que se ha manifestado muchas veces en favor de los derechos humanos. También que estaba muy feliz de poder realizar algo aquí. Era una tarde preciosa, el sol caía sobre ese horizonte amplio del río y estábamos disfrutando no sólo del paisaje sino de esa maravillosa obra de Claudia Fontes que emerge solitaria sobre el agua. Un auto dejó bajar a Anish, quien se sumó a contemplar ese paisaje. Todos nos sentimos como en comunión y ahí empezaron los elogios que, a lo largo de toda la jornada, cada uno fue manifestando al llegar al Parque de la Memoria.
El curador brasileño Marcello Dantas, lo había seducido lentamente, en una conversación que se mantuvo a lo largo de cuatro años, a emplazar algo significativo en Buenos Aires. Y así, entre encuentros y otras muestras en el sur de América, llegó a una idea clara. El concepto se lo sugirió una pequeña maqueta que había realizado hace mucho tiempo, que debía tener casi 17 mil metros cúbicos de tierra pero rociados del rojo Kapoor, así tierra y sangre serían la elocuencia de esa desgracia que vivimos aquí, pero que nos iguala a otros tantos territorios arrasados donde se han mezclado los despojos de ese sacrificio no deseado.
Y el título era necesariamente Destierro, porque hay en ese término muchas líneas de significados que abarcan desde esa capacidad bíblica de la tierra de ser el polvo en que nos convertiremos, de ser la Madre que a la vez puede regenerar la vida, de ser sustento y base de nuestros desplazamientos, de tener esa inmanencia ancestral. Pero también desterrado es quien ha debido abandonar su territorio conocido, desalojado a la fuerza, alejado de su paisaje, de sus voces, de sus sabores. Dantas también remarcó el modo con que esa enorme cantidad de tierra desalojaba de presencias el espacio de exhibición, quedando un área donde sólo es posible contemplar ese gran contraste de color. Contraste furibundo entre esa tierra potenciada al rojo vivo con una máquina también estridente de color que parece remover de un modo impersonal tantas memorias contenidas. La condición con que la luz de la sala incide sobre la rugosidad de los montículos, le otorga una carga dramática tal vez mejor que cuando el espacio está lleno de la luz exterior.
Vimos llegar a algunas Madres de Plaza de Mayo, con quienes Kapoor se tomó fotografías manifestando esa misma sensibilidad que nos provoca saber cuánto nuestra historia se ha transformado por su lucha. Pero lo más interesante fue escuchar de su propia voz, decir que estaba conmovido y esperaba sin ninguna certeza clara de poder homenajear como se debe lo que en este hermoso espacio se preserva. Se lo notó sentido al hablar, nos hizo bien escucharlo.
La muestra no se centra sólo en esta gran instalación que está cargada de un silencio profundo, casi como los muros que conservan los nombres de cada detenido desaparecido en el recorrido hacia el centro de exposiciones. Hay una sala contigua donde cada cierto intervalo, la luz cambia con un destello fuerte. Allí sólo hay un montículo pequeño, muy al estilo de las pequeñas acumulaciones de Kapoor que conocimos en otras muestras, a simple vista parece negra, pero al estallar la luz aparece coloreada como en verdad es. Una clara indicación de que nuestra percepción muchas veces nos engaña y que basta un instante para verlo de otro modo.
Afuera y contigua a la entrada, hay un espacio en el que se debe entrar con cierta cautela. Se trata de una pieza que fuera exhibida en la Lisson Gallery de Londres. Anxiety (Ansiedad) es una instalación sonora que trabaja el sonido en una frecuencia inaudible pero que se siente en el plexo solar. Se recomienda permanecer sólo unos minutos, no más de diez para no afectarse, pues todo lo que hay allí además de eso imperceptible, es un espacio sórdido, oscuro y vacío donde no hay posibilidad de confort alguno. La idea de volver a instalar esta obra aquí tiene que ver con una conclusión que el artista deduce ha pasado por el cuerpo de cada persona sometida a ese calvario, ansiedad, al punto de convertir nuestras emociones en un dolor corporal.
Anish Kapoor participó de una conversación abierta con el curador Marcello Dantas en la Usina del Arte al día siguiente, una cita que se pobló de más de mil personas en ese auditorio tan bello. De este modo su paso por Buenos Aires se tornó más profundo al intentar ese acercamiento con presencia tan amigable. Si es verdad que en otros espacios Anish se desplegó con otras bellas y majestuosas obras, aquí trajo una parte de su dimensión política tanto como de su compromiso. Imperdible.