Nota publicada online
Ambos artista conforman un dúo donde participan de la muestra Punto de encuentro organizada por ODA. Una propuesta que une a otros dúos conformados por artistas de la galería y artistas invitados: Fabiana Barreda/Adriana Solazzi y Josefina Robirosa/Sofia Mastaide
"La muestra comprende una multiplicidad de expresiones y soportes incluyendo pintura, fotografía y video-instalación. Las obras seleccionadas se valen de las más diversas estrategias para evocar miradas, universos íntimos, sensaciones y mecanismos de repetición a través de formas, objetos, temas, colores y técnicas que también se unen silenciosamente en un punto en común.Artistas de diferentes generaciones y técnicas, conviven en una sala con obras que dialogan entre sí para despertar conexiones con el espacio, el público y el imaginario social y personal. Porque siempre hay un punto de encuentro."
El dialogo entre Andrea Alkalay y Esteban Pastorino aborda la noción de Paisaje, cuyas definiciones son múltiples y condicionadas según la capacidad de percepción del observador. Se plantean dos miradas distintas con procesos que giran en torno a la idea de lo natural como construcción cultural, entendiendo la reducción que implica el proceso fotográfico respecto a la experiencia directa.
Los collage de Alkalay presentan un paralelismo entre figuración / abstracción donde lo auténtico se encuentra con lo manipulado, superponiéndose. En primer término está la escenografía monocromática, y en segundo plano; su trasfondo digital. Estas dobles fotografías combinan códigos opuestos que se atraen como la percepción del color por su ausencia o la planicidad del papel a través del doblez. Explora lo ilusorio del paisaje natural y su descomposición cromática transfiriendo lo captado por la vista a los códigos de otro sistema (RGB).
Las panorámicas de Pastorino por su parte entregan un registro que podría asociarse con la objetividad fotográfica. Sin embargo, en el proceso de creación el autor manipula las obras desde el diseño y construcción de sus propias cámaras. La resultante es el producto de un proceso óptico-fotográfico que el ojo humano no puede recrear. Estas imágenes de 360 grados se generan con la rotación de la cámara y la exposición secuencial de la película durante varios minutos, distorsionando el espacio circundante y rebatiéndolo a la superficie plana. A su vez, el paso del tiempo queda condensado en una toma contínua.
Ambos autores ponen atención en los gestos, artificios y en la materialidad del objeto fotográfico componiendo a partir de escenarios reales, un nuevo paisaje con otras lecturas.