Nacido y criado en La Boca, habitante durante tres años, del entonces lejano y solitario pueblito de Florencio Varela y radicado definitivamente en Quilmes, Severi encarna en su obra una inteligente y sensible introspección de lo popular, que no por casualidad califiqué como aristocrática, por lo que tiene de noble y de notable.Hombre de una amplia preparación humanista, con un bagaje riquísimo de las distintas modalidades de realización de la difícil disciplina que eligió como forma de vida - pintor, dibujante, grabador, ilustrador, muralista, ceramista y vitralista - a lo largo de años se ha mantenido fiel a una visión de su mundo de niñez y juventud, para transmitirnos con la pasión que lo caracteriza, todo el misterio que se esconde tras las apariencias de las cosas más sencillas, a las que humaniza, dándoles categoría de "sagradas", desde su profunda fe en que las cosas que él quiere, son por esencia "que-ribles". No olvidamos de manera alguna su sensible, casi piadosa pintura religiosa.