Pablo De Monte
Donde termina el bosque
21/11/2012 - 30/03/2013
JACQUES MARTÍNEZ
Roque Saenz Peña 267, San Isidro
Pablo De Monte

Inauguración: Miércoles 21 de noviembre a las 19 hs.

de lunes a viernes de 14 a 20 hs. 

 

Pablo De Monte expuso 6 veces con Jacques Martínez, desde 1989 a 2010, en las varias salas que tuvo su galería.  Ahora, cerramos nuevamente el año con una muestra de sus últimos trabajos.

Es muy fascinante seguir el desarrollo de su obra a lo largo de tantos años durante los cuales ha conservado siempre su singularidad.

Desde los primeros trabajos sus inconfundibles figuras eran las protagonistas, insertadas en paisajes extraños, como si ellas mismas formaran parte de él.  Paulatinamente éstas se fueron simplificando y se introdujeron inquietantesCOSASy elementos que también eran parte de esos paisajes.

En estas nuevas obras, las figuras, cada vez más despojadas hasta ser a veces casi una insinuación,  ya no parecen parte del paisaje y se encuentran mirando hacia adentro. Junto a estas pinturas, incluye dos esculturas/objetos que él llama jardines.

Conversando con Pablo sobre esto, nos comenta que siendo los conceptos de loNaturalyNaturalezaconstrucciones de la cultura, su muestra de paisajes y de jardines, pretende poner  “el concepto de lo natural en crisis, evidenciando las tensiones que se generan en la representación de la naturaleza”

Como decía Marcelo Pacheco ya en 1992 (comentando la obra de Pablo de Monte en el prólogo del catálogo de su muestra en Jacques Martinez),  “…En síntesis, en la forma y en el color hay nitidez y definición; en la imagen y en los relatos,  ambivalencias y ausencias. Siempre hay búsquedas secretas.”

Y en eso no ha cambiado nada. 

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Síntesis y evolución

Por Juan Terranova

 

En esta nueva serie de cuadros, Pablo De Monte tematiza, una vez más, el ecuménico conflicto de intereses que sostienen, casi desde que la pintura es pintura, la cultura del retrato y el gesto magnético del paisaje. ¿Dónde se da ese conflicto? Ver de cerca o de lejos; trabajar con el rostro, con el cuerpo, con los ojos, con la boca, o trabajar con la tierra, con el horizonte, con los objetos animados o inanimados que se funden en la distancia.

En un juego de planos que integra retratos y paisajes, y también las recurrentes figuras –que serán una instancia intermedia, ya personajes habituales en De Monte– cada uno de estos cuadros intenta una respuesta. Por separado, las escenas de cada obra construyen un encuentro. La figura camina hacia el bosque, se aleja del bosque, se acerca a nuestra mirada, nos interpela, se reúne con otra figura. Eso por separado.

Pero en conjunto, cuando aparece la serialización, desarrollada a lo largo de toda la muestra, ese encuentro tiene una dirección. ¿Hacia dónde se dirige esta obra? Intentemos algo más. Hablemos de la evolución que hoy es tabú, que con ecos darwinianos, represivos, hasta eugenésicos, con esa carga de positividad sospechosa.

Pablo de Monte inventa un corrimiento lento, trabajoso, dedicado, hacia la síntesis. Cada movimiento se hace para aligerar, para desprenderse de detalles y materia. Las figuras se liman; las cabezas giran, se aplanan, van hacia la abstracción, se deforman, despojándose. Y el paisaje se hace bosque que es un monte en la llanura. En esa disgregación, en ese raleado de árboles que se separan, en el conjunto afectado por la entropía del vacío, se nota lo argentino. La gran sinécdoque patria. El desierto, la planicie, la monotonía en contrapunto asordinado con el cielo uniforme.

Ahora bien, el proceso de síntesis no implica simplificación, tampoco depuración, aunque lo elemental empieza a dominar, a regir. Si en el proceso de sintetización el retrato pierde la cara, el trabajo de rotación fuerza y resalta otras partes de la cabeza como nuca, perfil y cabello. ¿Me atreveré a hablar de siniestro en la diáfana pintura de Pablo De Monte? ¿Qué sigue a este período? Colores trabajados desde la uniformidad, eventualmente revelan alguna sobra. Una figura espiralada o laberíntica se impregna en el ojo y aparece como fantasma en otra zona del cuadro. Esa huella nos recuerda algo que no es fácilmente identificable, que vive por atrás, que se mueve y habita allí donde deseamos, fantaseamos, pedimos una resolución y una estabilidad que nunca llega porque esta es una pintura dinámica, en movimiento.

Ubicación

JACQUES MARTÍNEZ
Roque Saenz Peña 267, San Isidro