Tucumán 712, casi esquina Maipú (C.A.B.A)
En el corazón del bosque, en lo profundo del mar, donde los susurros de los árboles entrelazan historias ancestrales, encontramos una jóven. Ella es la musa y la guardiana, su presencia etérea se funde con el verdor que la rodea, tejiendo un tapiz de inocencia y serenidad. Cada pincelada es un suspiro de la tierra, un latido que resuena con la melodía eterna de la naturaleza.
"Paisajes soñados" nos invita a un viaje a través de un paisaje onírico, donde el ser humano se redescubre en su esencia más pura. La jóven que protagoniza las obras de Cristina es más que una figura; es un símbolo de la conexión intrínseca entre el ser y el entorno. En su mirada, se refleja la sabiduría de Thoreau, quien nos recuerda que “en la naturaleza está la preservación del mundo”.
Aquí, el mundo natural no es un escenario distante, sino un hogar acogedor que abraza y transforma. La simbiosis entre la joven y su entorno nos lleva a contemplar nuestra propia relación con la naturaleza. Nos sumerge en una reflexión sobre la coexistencia, sobre la armonía que podemos encontrar si nos permitimos ser parte del ciclo vital, en lugar de meros espectadores.
Las obras de Cristina son ventanas a un paraíso perdido, donde la simplicidad y la belleza se entrelazan en un abrazo eterno. En cada cuadro, la naturaleza canta y la jóven escucha, recordándonos que somos parte de este vasto y misterioso universo. En sus paisajes, encontramos un refugio, un recordatorio de que, en lo más profundo de nuestra alma, somos todos hijos de la tierra, buscando reconectar con nuestras raíces primigenias.
Adentrarse en "Paisajes soñados" es permitir que el espíritu se libere y se funda con los elementos, es redescubrir la magia en lo cotidiano y recordar que, al igual que la jóven, todos llevamos dentro una forma primigenia de la naturaleza, esperando ser descubierta.
Laura Elliff
Curadora