Callao 332
Casa de Córdoba presenta obras de dos artistas en diálogo: Mariano Barrera y Roberto Scafidi, con curaduría de Patricia Rizzo.
Mariano Barrera es cordobés; trabaja bajo el influjo y la fascinación de la diversidad matemática, en su producción se encuentran indagaciones geométricas diversas, como la síntesis de la figura de un cubo que se va plegando. La contemplación permite pensar en ejercicios proyectuales y referencias arquitectónicas, como diferentes planos que se de-construyen según el punto de vista del observador. En una primera mirada la apreciación visual puede dar una respuesta simplificadora, piezas y objetos geométricos monocromos que presentan dobladuras, cortes precisos y pliegues. La técnica consiste en biselado en paspartóu.
Efectivamente, muchas de las piezas se basan en el doblado preciso y direccionado de superficies planas de las que Mariano no agrega ni extrae materia. No hay faltantes, no se retira ningún fragmento del plano. Recortar es sinónimo de quitar, es entonces corte y no recorte. No hay gesto, ni huella personal, sólo indagación en las figuras infinitas.
Roberto Scafidi trabaja las rectas, paralelas u oblicuas, colores vibrantes e infinidad de tonalidades. Espacios donde una forma contiene a la otra y la siguiente a otra y así en sucesiones interminables que forman mapas o vistas cenitales. Sus líneas pueden reproducir planos o ciudades, vistas aéreas, circuitos y laberintos; podría pensarse también en ritmos y entre ellos podrían ser representaciones de las coordenadas de una pieza de jazz. También podrían no remitir a nada de eso, o ser muchos fragmentos de un orden posible.
Pueden intentarse análisis diversos pero lo cierto es que se encuentra un equilibrio manifiesto en su particular visualidad geométrica, una identidad reconocible en la relación recíproca que establece entre las partes, a veces con un eje que no siempre es central y otras en composiciones concéntricas que van cambiando la distancia entre los trazos. Es claro que aun en sus obras de pequeño formato los entramados contienen, aunque sea en parte de la pieza, un sentido enrevesado; en ellos espectros saturados conviven con suaves pasteles en construcciones esquemáticas que parecen seguir lógicas diversas.