En pleno “Mayo Francés” viajó a París para intercambiar experiencias con los grupos cinéticos. Pertenecen a ese período sus primeras cajas lumino-dinámicas que encierran formas de acrílico en rotación. El movimiento giratorio produce conformaciones siempre cambiantes, mientras el colorido varía según la luz que filtra la transparencia del material. También presenta esculturas talladas o termo-moldeadas de acrílico cristal, procedimiento con el cual Rodríguez trabajó formas contorneantes, cintas de Moebius y otras variantes que, en algunos casos, empleó en sus esculturas de metal.
La serie de tramas lumínicas constituye un original hallazgo de su período maduro que acepta el desafío del blanco sobre blanco. Se trata de formas cóncavas talladas sobre planchas de acrílico traslúcido colocadas sobre bastidores blancos. Esos bajo-relieves generan recorridos en el plano que captan desde las potentes luces dirigidas hasta los suaves destellos o reflejos. En estas obras, es la luz quien dibuja. Pero, delineadas por la luz, las formas que surgen ponen en juego el trabajo de un artista en pleno dominio del material, la técnica y la poesía que se expresa a partir de esos mínimos recursos.

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Hasta el 15 de septiembre

Aldo de Sousa Gallery: Arroyo 858