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Cascadas que se derraman silenciosa y plácidamente hacia el espacio frente al espectador. Mareas que abrazan rítmicamente la luz que se cuela entre sus infinitos espacios.
Miles de puntos sensibles que, convertidos en líneas, dibujan paisajes del alma. Así podríamos describir la exquisita muestra que se exhibe en estos días en la Galería van Riel.
Con mínimos recursos - finísimas varillas de madera flexible y sin nudos, blanco, negro, luz y su fiel sombra- Marta Parga crea sus mágicos relieves en los que la mente se detiene a contemplar los miles de paisajes posibles. Porque, según dónde se sitúe el espectador, un nuevo universo de emociones se hará visible. Y esto no escapa a la intención de la artista.
Parga recorre este camino, ligado profundamente al cinetismo de Jesús Soto y Carlos Cruz Diez y a la poética de Gego y Tomasello, desde hace quince años. Meticulosamente reincide en sus obsesiones: la naturaleza, el mar, la luz y lo pictórico.
Cada una de estas obras le lleva entre un mes y un mes y medio de esmerado trabajo. Perforar cuidadosamente el soporte, insertar cada una de las varillas, provocando sensaciones diferentes según las longitudes elegidas: cortas, rígidas y erizadas o largas, blandas y flexibles. Obras que se seguirán transformando con la luz del día y según cómo se las ilumine de noche, incluso una brisa las hará cobrar vida. Obras sensuales y provocativas que nos invitan a sumergirnos y perdernos indefinidamente en ellas.
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Más info
Hasta marzo de 2010
Galería van Riel, Juncal 790 PB