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La retrospectiva en Malba, Tarsila viajera. Obras 1918-1933, pone el acento en obras realizadas durante y a partir de las múltiples travesías de Tarsila do Amaral (1886-1973) por varios continentes y residencias en Europa.
La curadora, Regina Teixeira de Barros no duda en señalar que la contribución de la artista “en el contexto del modernismo brasileño (…) fue una de las más innovadoras y creativas”.
La muestra organizada en colaboración por Malba, Pinacoteca do Estado de São Paulo y Base7 Projetos Culturais, reúne 40 dibujos y 40 pinturas, de un total de 280, realizadas por la artista durante su vida, incluyendo cuatro obras tempranas de tinte impresionista realizadas en París durante sus años de formación.
Los dibujos exhibidos -trazos que sugieren, antes que describen, ciudades y paisajes- se detienen básicamente en sus viajes dentro del Brasil, como el que la artista realiza con Blaise Cendrars, cuando en 1924 junto con Oswald de Andrade, Mário de Andrade y otros, lo acompaña al carnaval de Rio y a ciudades históricas de Minas Gerais. Como cada vez que emprende una travesía, Tarsila lleva sus libretas y papeles; realiza bocetos para ilustrar Feuilles de Route: I Le Formose, el cuaderno de viajes de Cendrars sobre sus travesías por Brasil. Entre el colorido y frenesí del carnaval y el barroco y lo colonial de Minas, Tarsila descubre Brasil. “He encontrado en Minas los colores que me encantaban cuando era niña”, comenta. Son el rosa y el celeste, tonos populares considerados de mal gusto por algunos círculos y que luego se verán en muchas de sus pinturas.
La prestigiosa crítica Aracy Amaral, distingue tres etapas en la mejor época creativa de Tarsila, entre 1923 y 1933. Precisamente, la primera es donde utiliza los colores y temas nacionales recién descubiertos. Se inicia en 1924 y se denomina Pau-Brasil (Palo Brasil), también título del manifiesto de poesía de Oswald de Andrade.
Luego, viene el período antropofágico cuando pinta Abaporú (1928) para regalarle a De Andrade, que fue su marido. Impactado, De Andrade se inspiró en la pintura para impulsar el Movimiento antropofágico, que consigna que la cultura de Brasil se debe a la mezcla de la cultura africana, indígena y portuguesa. Su Manifiesto comienza diciendo, “Sólo la Antropofagia nos une. Socialmente. Económicamente. Filosóficamente.
Única ley del mundo. Expresión enmascarada de todos los individualismos, de todos los colectivismos. De todas las religiones. De todos los tratados de paz.
Tupi, or not tupi, that is the question”. Abaporú en lengua tupi-guaraní significa “hombre que come carne humana”.
La tercera etapa de su trayectoria es de 1932-33 y en la muestra está ejemplificada por Operários y Segunda Classe, mixtura de realismo socialista y composición modernista. Con una nueva pareja, de militancia comunista, conoce y se siente impresionada en 1931 por los cambios en la entonces Unión Soviética; de ahí también su breve militancia y el puñado de pinturas de inspiración social.
Aunque es la pieza más emblemática del modernismo de Brasil, Abaporú tiene residencia en Malba de Buenos Aires, antes que en San Pablo donde la pintó. Apesadumbrados por haberla dejado escapar, coleccionistas brasileños suelen ofrecerle al fundador del Museo cifras impensadas por la pintura; Eduardo Costantini no la vende.
Aquí se exhiben por primera vez juntas las tres piezas emblemáticas de Tarsila: La negra (1923), Antropofagia (1929) y Abaporu, que lucen mágicas y se caracterizan por la dislocación de las formas anatómicas, los exuberantes colores de su tierra y por una innegable cadencia surrealista. En el catálogo, la curadora señala que A negra y Abaporú son alegorías de la mujer y del hombre que han engendrado a los hijos de ese Brasil mágico, denso y silencioso, donde el cielo arde al Sol Poente (1929) y la tierra se apacigua a la luz de A Lua (1928). Femenino y masculino se complementan en Antropofagia, imagen que (…) mezcla elementos y fusiona simbologías, anunciadas previamente en A negra y Abaporú”. Curiosidad, en la inauguración de la muestra estuvo presente Tarsila do Amaral, homónima sobrina-nieta de la artista.
Info: Hasta el 2 de junio
Malba – Fundación Costantini,
Avda. Figueroa Alcorta 3415.