Nota publicada online
La feria arteBA ha recorrido un largo camino desde su fundación en 1991 en donde tomaba por completo al Centro Cultural Recoleta con una feria de galerías de diversa índole, ahora se autodefine como feria de arte contemporáneo y es parte de la escena global del arte con todas las exigencias que esto conlleva. Las ferias actualmente comparten un aspecto de lo institucional y funcionan con cercanía a los museos y espacios públicos no comerciales, además es un momento en el año en donde se puede encontrar a figuras destacadas del ambiente reunidas en un solo lugar, lo que hace de esta semana un sinfín de eventos e inauguraciones concentrados en escasos días. Aunque hay voces discordantes, la feria termina siendo un aglutinante entre curadores, artistas, académicos, gestores, críticos, coleccionistas y público, lo que no es poco.
La edición 2016 tuvo un recorrido más amable para el público, en las anteriores no se llegaba a recorrer la feria en un solo día por la cantidad de espacios dedicados no solo a galerías sino a propuestas curatoriales que demandaban mayor tiempo y concentración. Este año los espacios curados fueron una ocasión para entrar en contacto con obras de artistas que no solemos ver por aquí, como la de Louise Lawler en el Photobooth de Citi que mostró dibujos y grandes vinilos en la galería Metro Pictures y Karin Sander de la galería Esther Schipper con la obra más fotografiada por el público: la selección femenino de fútbol alemana en figuras en 3D.
El Solo Show de Zurich con una propuesta acotada de 6 galerías y artistas curado por el español Manuel Segade exploraba el tema del cuerpo. Los artistas argentinos Osias Yanov (galería Nora Fisch) y Mercedes Azpilicueta (representada por Mirta Demare) eran parte de la selección con registros de performances, y la galería Plan B con sede en Rumania y Berlín trajo una serie de pinturas del artista rumano Serban Savu que valían la recorrida. El U Turn ya es un clásico de la feria, con propuestas más radicales se distingue por tener un recorrido en U en donde un curador elige galerías y artistas, en este caso el brasileño Jacopo Crivelli Visconti.
La gran atracción esta vez fueron las esculturas que penden del techo del artista Tomás Saraceno, un tucumano que vive y trabaja en Berlín y que forma parte delwho’s whoartístico global representado por la galería Esther Schipper. La selección también contempla incluir galerías argentinas, como Barro que representa a Matías Duville que realizó una gran instalación en el espacio central del recorrido y Ruth Benzacar que mostró obra de Mariana Tellería y Luciana Lamothe que trabajan esculturas u objetos dislocados. Interesantísima resultó la selección de artistas, por citar algunos: Alexander Apóstol con una serie de obra abstracta en la tradición geométrica venezolana, Carmela Gross con una instalación de carteles de calles, Marilá Dardot, Elena Damiani, Liliana Porter, Bernardo Ortíz.
El sector de las galerías estuvo muy bien organizado alrededor de los perfiles de cada una, las galerías con obra histórica agrupadas al principio y luego las dedicadas a artistas de mediana carrera y las más emergentes cerca del Barrio Joven. En la sección histórica la presencia de obras de Antonio Berni fue llamativa: un óleo imponente de los ‘50s en Roldán Moderno, grabados preparatorios del mural que se encuentra en Malba en la galería Rubbers, parte de los papeles históricos recobrados hace poco en la galería Cosmocosa y una sala entera en Sur con gofrados, óleos y fotografía intervenida.
Otro de los artistas presentes fue Le Parc con móviles en Sur y en Del Infinito. Jacques Martínez dedicó su stand a los realismos de los ‘70 con obra de Giuffré poco frecuente de encontrar y Alejandro Faggioni una selección de esculturas de Noemí Gerstein, Iommi, Magda Frank, Alfredo Bigatti, Libero Badii y Aldo Paparella. María Calcaterra además de obra histórica geométrica de los ’60 expuso en la sección Cabinet, obra de Edgardo Giménez que fue comprada por el Museo Nacional de Bellas Artes.
El sector más contemporáneo estuvo bien representado con las galerías ya habituadas a participar de esta y otras ferias en el mundo como Nora Fisch, Vasari, Rolf, Henrique Farías, y algunas incorporaciones nuevas: Ruby, Isla Flotante y Hache que pasaron del Barrio Joven al sector principal. Las galerías extranjeras también participaron de un programa patrocinado por el Patio Bullrich, Special Project, en el que elegían 3 artistas a exhibir con acento en lo curatorial. La galería 3+1 Arte contemporánea de Lisboa participó con obra de Claire Santa Coloma, una artista argentina radicada en Europa y vendió casi todo el stand.
El programa de compras promovido a través de los Matching Funds o el esponsoreo funcionó muy bien, con 23 museos y empresas que compraron 53 obras. Participaron 85 galerías de 14 países, más de la mitad eran extranjeras de las cuales 29 eran nuevas incorporaciones. Adquirieron obra para sus colecciones diez museos nacionales y diez internacionales, lo que significa un salto cualitativo de envergadura para todos. Se registró informalmente también un alto índice de compras por parte de coleccionistas y público local en las galerías ya desde el primer día.
Al final del recorrido, junto al Barrio Joven estaba Dixit, un espacio de 900 m2 ofrecido a un equipo curatorial para que organice una exhibición en la feria sobre los “25 años de arte argentino”. El equipo conformado por Federico Baeza, Lara Marmor y Sebastián Vidal Mackinson idearon una exposición llamada “Oasis” con el sugerente subtítulo “afinidades conocidas e insospechadas en un recorrido por la producción artística de nuestro tiempo”, cuyo leit motif era una cita de Federico Manuel Peralta Ramos: “solamente consiguen un oasis aquellos que se bancan el desierto” que también daba la bienvenida al visitante en una alfombrita. La exhibición daba cuenta, con algunas omisiones, de la producción actual del arte joven argentino con la inclusión de algunos artistas de otra generación como Eduardo Stupía. Hubo decisiones curatoriales a tener en cuenta: el espacio asignado a las obras y el oasis de Diego Bianchi como núcleo convergente. De por si el espacio asignado era difícil para el montaje y lo resolvieron exhibiendo en estructuras de madera las obras de dos dimensiones y no jerarquizando el espacio, la muestra se leía toda con un mismo tono.
No faltó nada ni nadie, hubo una programación de charlas en el Open Forum, presentación de libros en Isla de ediciones, y el stand del Ministerio de Cultura de la Nación organizó mesas redondas con profesionales locales y extranjeros que atrajeron al público entusiasta.