Nota publicada online
Una marca tan aceptada como Van Gogh con tecnología digital puede provocar una experiencia exitosa. A las pruebas nos remitimos.
Si bien el Museo del Louvre es el museo más visitado del mundo, tiene un competidor en el gusto del público que lo supera: Disney Europa, el sitio de diversiones a corta distancia de Paris. Posiblemente cierta cantidad de ese público visita a uno y otro, ya que comparten cierto grado de espectacularidad y oferta de consumo, pero queda claro que el gusto popular predominantemente busca ratificar lo que ya conoce, más que enfrentarse a lo que le es extraño. Y el arte, que elabora su vigencia en plantear enigmas no necesariamente fáciles de interpretar, muchas veces desorienta.
La lógica de mercado indica que una empresa de espectáculos hace una prueba de ese gusto masivo antes de aplicar su capital, y no hace falta ser Bill Gates para saber que asociar una marca tan aceptada como Van Gogh con tecnología digital puede provocar una experiencia exitosa. AMIEX (Art and Music Immersive Experience) es el nombre del negocio. El espacio enorme de una antigua fabrica de fundición de metales era el tercer elemento que hacía falta para alcanzar el número de visitantes en simultáneo que hiciera sonar la campanita de la caja. Et voila! Las colas no cesan de alargarse para entrar en continuado, de 10 a 18 hs.
La gente camina, se sienta en el piso o en algunas banquetas, y es inundada por imágenes y detalles de los cuadros de Van Gogh, en una proporción gigante. El piso, las paredes irregulares, las escaleras y los cuerpos son apropiados por esa materia pintada de un modo espectacular en los primeros instantes, efecto que resulta complejo mantener a lo largo de los 30 minutos. La música suena fuerte con algunos defectos de afinación y la selección es muy obvia y difícil de ensamblar con las imágenes. Algunos hits pop, Janis Joplin, arias de ópera de esas que uno quisiera que se prohibieran por un tiempo para volver a apreciarlas, y cada tanto la infantil animación digital de algunos de los barcos o las aves de los cuadros de Van Gogh al modo de las sombras chinescas.
Al terminar la gente aplaude. Les gustó. A continuación, se proyecta El Japón Soñado, Imágenes de un mundo flotante, bastante más corto, y vuelven a aplaudir, dos minutos de intervalo y Verso, una creación breve de imágenes estelares con música. Más aplausos, y ya entra más gente y se apronta a ver a Van Gogh en su noche estrellada, que se extiende hasta el 31 de diciembre. Ha transcurrido una hora. Afuera es un día hermoso de sol y el público sale a disfrutarlo con remeras que dicen que el Arte Inmersivo es más que arte.
Mientras camino pienso que no sé que quiere decir que algo es más que arte. ¿Cómo se puede ser más que arte? ¿En qué escala progresiva? ¿Si es más que arte qué es? La comprobación visual de la teoría de Einstein acerca del agujero negro nos complica.