Nota publicada online
"Eduardo Pla, el artista polivalente de la electrónica, pasa fácilmente del diseño industrial o textil a las composiciones y a los retratos de arte digital donde consigue extraordinarios efectos de fractalismo, de misterio dionisíaco o crístico, de prerrafaelismo digital, de microcosmos floral. Ningún tema se le escapa, desde la fascinación de la infancia y la magia de sus juegos interactivos al erotismo del tango"
Lo que llamamos, desde principios de los años sesenta, las artes electrónicas, el video, la holografía y las instalaciones de realidades virtuales, hasta las inmensas posibilidades abiertas por la computadora al arte digital, sin olvidar la fotografía numérica, no constituyen, como quisieron creer los espíritus vivos y conservadores al principio, el folclore de la electrónica, sino el arte de hoy, y todavía más: el arte del mañana, la forma más culturalmente acabada de la actual comunicación global. El arte de hoy, convertido en vector de la comunicación, debe afrontar un desafío esencial: el de seguir siendo el vector humanista, a fin de preservar la normalidad de la nueva condición humana en el seno de su situación híbrido-existencial entre lo real y lo virtual. Es, en este clima multimedia globalizante del arte de hoy, que se destaca la personalidad polivalente del ítalo-argentino Eduardo Pla. De manera ejemplar, podemos decir que representa el ejemplo perfecto del artista actual de la comunicación audiovisual. Nacido en 1952 en Buenos Aires, tiene veinte años menos que Nam June Paix, el inventor del video art en 1965. Se recibe en 1970 en Comunicación Electrónica, y hasta 1990 continuará su formación en estos campos: arquitectura y diseño urbano, comunicación audiovisual, teatro, cine, video graphics y computer graphics, multimedia y realidad virtual, en Buenos Aires, en Los Ángeles y Milán. En paralelo emprende una carrera de organizador de manifestaciones culturales multi-sectoriales y una producción abundante de películas, videos, y de computer graphics. Entre 1970 y 1978 realiza numerosos cortos, medio y largometrajes que son reportajes (Up Art, Pop Art, Imágenes de Buenos Aires) o ficciones (Alicia en el país de las maravillas).
“Sueño de una noche de verano” es su primer video-color de 60 minutos, al principio de los años ochenta, presenta una serie de videos en Italia y especialmente en el Museo de Ferrara, que era en ese momento la catedral del arte electrónico en Italia.
A partir de 1985, Pla se transformó en un verdadero hombre-orquesta de la comunicación electrónica. Su primera computer painting tridimensional, el Efecto Archimboldo, le otorgó en Nueva York el premio a la excelencia en arte electrónico.
Su encuentro con Alessandro Mendini fue decisivo para la orientación de Eduardo Pla hacia el diseño creativo en computadora. Mendini imagina para Alessí una colección de 10.000 jarrones de flores: 100 jarrones para 100 creadores, 100 para cada uno de ellos, todos al mismo precio. A Eduardo Pla le fue encargado el diseño en computadora de uno de los ejemplares y el catálogo en video de la obra coral. Siguieron otras dos colecciones: La Colección Alquimia y la Colección Falstaff. La Colección Alquimia (1984), es una colección completa de muebles, tapices y objetos, concebidos a partir de una estructura esférica, fue realizada por la computadora en tres dimensiones, lo que permite su visualización antes de la puesta en marcha de su producción industrial. La Colección Alessi Falstaff (1994) consiste en un montaje de imágenes virtuales a partir de fotografías trabajadas electrónicamente. El catálogo comienza con un autorretrato computarizado del gran diseñador italiano, sentado en una variante pixelada de su sillón Proust, y presentando una de sus cacerolas Alessi: “Mendini con su creación”, una efigie coronada sobre el packaging Faltaff Alessi. Eduardo Pla, el artista polivalente de la electrónica, pasa fácilmente del diseño industrial o textil a las composiciones y a los retratos de arte digital donde consigue extraordinarios efectos de fractalismo, de misterio dionisiaco o crístico, de prerrafaelismo digital, de microcosmos floral. Ningún tema se le escapa, desde la fascinación de la infancia y la magia de sus juegos interactivos al erotismo del tango.
Es sin duda en sus instalaciones que el artista, genial director, obtiene los más potentes efectos, como con el Video mundo (Centro Cultural Recoleta, 1995, Buenos Aires), La Cascada de Estrellas (Buenos Aires, 1996), o con los Mil rostros de Cristo y María (Villa Meda Milan, 2000).
Yo hice, personalmente, una experiencia particularmente interesante con una instalación de Pla en Venecia en 1998. En ocasión de la primera edición del Open, una exposición anual de esculturas al aire libre que tuvo lugar en el Lido al momento de la Apertura del festival de Cine, su fundador Paolo de Grandis me había llamado para presidir el Comité Científico, y decidimos invitar a Eduardo Pla a representar a la Argentina en el Open. Vimos llegar Eschermanía, un octaedro gigante de 216 metros cuadrados. Una estructura de aluminio, recubierta de una composición de peces voladores de colores amarillos, rojos y azules, impresos sobre tela vinílica. Eschermanía en homenaje al artista holandés por el centenario de su muerte. El gigantesco objeto fue depositado sobre uno de sus lados, en Ia terraza que domina el embarcadero del Hotel Excélsior en dirección a la laguna. Suscitó la sorpresa primero y luego el aplauso del público, que hizo la señal-faro de la manifestación Open 1.
Para el Open 4 en 2001, pensamos nuevamente en Pla para que represente a su país en Venecia. Una instalación de computer design, dos esferas de material plástico sobre cuyas superficies están pintados los diseños creados para la colección Alchimia, que ya he largamente mencionado. Alchimia en Venecia, la famosa señal del post-modernismo estará presente en el Lido a través de la instalación esférica de Eduardo Pla.
Eduardo Pla, un creador polivalente de la imagen electrónica, que vive plenamente las numerosas solicitudes del arte de su tiempo y que nos ayuda a percibir mejor la permanencia de la dimensión humanista en el flujo global de la comunicación. Un perfecto operador visual del futuro inmediato.
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*Crítico de arte y curador francés (1930-2003). Este texto fue escrito en Paris en 2001.