Nota publicada online

lunes 29 de marzo, 2010
Un final tan feliz como inesperado
Mercado de Arte
por Adrián Gualdoni Basualdo
Un final tan feliz como inesperado

En un año en el que el optimismo no era previsible, las ventas de arte argentino en subastas registraron una excelente perfomance, superando en
mucho, a escala, el comportamiento del mercado internacional.

El mercado del arte local superó, en la temporada de subastas 2009, el Rubicón que parecía augurarle la conjunción de una grave crisis financiera
global y las vicisitudes propias y permanentes del país que, además, se enfrentaba a un año electoral.
Cuando el último martillo del año cayó en Galería Azur disponiendo un nuevo destino a una medalla del escultor José Fioravanti, los registros indicaban algo más de 4000 obras vendidas por un valor equivalente a los 13,5 millones de dólares.
Si confrontamos estos resultados con los alcanzados en la temporada 2008, cuando las ventas de arte argentino en las subastas porteñas fueron de 14,1 millones de dólares, vemos que, en términos de volumen, "el año en que vivimos en peligro" fue zanjado con un módico 7% de descenso. Justificadas fueron entonces las copas de champagne que, entre sonrisas, alzaron los operadores al cerrar sus números.
Aún más valioso aparece este resultado si lo comparamos con el 32,5 % de descenso que en 2009, y para el conjunto del mercado internacional del arte, ya anticipó el Mei & Moses Art Index, índice de creciente influencia que elaboran en la New York University los profesores Jianping Mei y Michael Moses.
En el ámbito internacional ese porcentual de baja no golpeó por igual a los diversos rubros que componen el mercado. Los segmentos que sintieron con más fuerza el remezón fueron aquellos que, como el del arte contemporáneo, habían registrado alzas que por momentos parecieron descontrolarse. Los Old Masters, y los impresionistas y modernos, entre otros, sufrieron en menor medida las nefastas consecuencias del septiembre negro del 2008.
Volviendo a nuestro país, el arte revalidó su condición de valor-refugio en tiempos de crisis. La demanda se mostró obviamente selectiva, con apetencia de grandes obras que la oferta, salvo pocas excepciones, no pareció dispuesta a poner en plaza. Es por esta "retención", y no por insolvencia del mercado, que tan sólo dos obras, las dos pinturas realizadas por Fernando Fader que aparecen en la cabecera del cuadro de valores que acompaña esta nota, superaron en 2009 la varilla de los 100.000 dólares. El año anterior, con una oferta más dispuesta a poner en tarima obras de alto nivel, habían sido cinco las obras vendidas por encima de ese valor.
Entramos ahora en los prolegómenos de una nueva temporada. El ámbito internacional ya lanzó una buena y contundente, aunque aislada, señal al
venderse en 104 millones de dólares una escultura de Alberto Giacometti. Este valor, que es nuevo record para el arte de todos los tiempos, tal vez
resulte irrepetible, pero sin duda habrá de actuar como reclamo para que obras de importancia recalen en mayor medida, allá y también acá, en los
catálogos de las casas de subastas.
El sector de la demanda local podrá entonces alzar la mano y sacarse las ganas pendientes del año que venimos de cerrar.
NUEVOS RECORDS
Los resultados de las subastas del 2009 trajeron, como un "bonus", que sesenta y dos artistas de diversas épocas y representantes de distintos
estilos expresivos, vieran superados sus registros previos. Nombres relativamente "nuevos" en el ámbito de las subastas, como Matías
Duville, Max Gómez Canle, Miguel Harte, Graciela Hasper, Milo Lockett, Duilio Pierri, Marcelo Pombo, Pablo Siquier y Eduardo Stupía, coinciden en
este espacio de privilegio con figuras consagradas como Roberto Aizenberg (que consolidó en las subastas de Nueva York su ascendente cotización y se colocó a la cabeza de la estadística de ventas del año), Líbero Badíi, Ary Brizzi Juan Doffo, Nicolás García Uriburu, Enio Iommi y Rómulo Macció.
Entre los "históricos" que mejoraron sus marcas en subastas se cuentan Luis Seoane y Florencio Molina Campos, quien registró en noviembre en Nueva York una impactante perfomance al venderse tres de sus reconocibles apuntes de la vida rural en valores muy superiores a su media.

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