Nota publicada online
“Ser fotógrafo es perseguir una ilusión pues, aunque nunca la alcancemos, al intentarlo, volamos y la acompañamos”, repite Alfonso Castillo mientras camina por los dos espacios de la sala J, del Centro Cultural Recoleta, durante el montaje de su exhibición: Alfonso Castillo. La persistencia y el juego, a punto de inaugurar.
En los inicios de su carrera lo reflejado era el entorno. Años después, el entorno reflejado enmarca la figura del artista en el momento mismo en que todo él se transforma en ojo que interroga espejos en busca de ese rostro que mira y es mirado. Luego, durante sus desplazamientos por el mundo captura abstracciones que encuentra en fachadas de edificios, atrapa personajes sin rostro, maniquíes que no se dejan ver del todo pero que parecen a punto de cobrar una nueva vida.
“El artista vuelca su mirada a la composición de espacios repletos de objetos que se multiplican en alusión a los mercados, al barroco latinoamericano y encuentra el mismo carácter instalacionista en la acumulación de lámparas cenitales que irradian sugestivos destellos. Los sutiles y múltiples tonos de colores, que Castillo encuentra en la naturaleza y plasma en algunas imágenes, son replicados por tomas que simulan una aproximación cuasi microscópica a flores y hojas, que no son. En este contraste entre lo natural y lo artificial se percibe la herencia de la pintura en el lenguaje artístico fotográfico. Las imágenes subrayan la invisible -pero cierta- presencia de las personas que respiran, trabajan y crean las ciudades, objetos y jardines logrados en los retazos de realidad fotografiados”, apunta la curadora Victoria Verlichak.
La actitud de Castillo frente a la fotografía, que cultiva desde los 13 años, habla de persistencia y de juego. La constancia se ve reflejada en su compromiso y dedicación a la fotografía a lo largo de varias décadas y el juego se puede comprender en por lo menos dos de sus acepciones. Por un lado, sus imágenes reflejan la articulación de formas y la expansión del sentido. Asimismo, a la manera de Johan Huizinga, “El juego es una acción u ocupación libre, (…) es una acción que tiene fin en sí misma y va acompañada de un sentimiento de tensión y alegría y de la conciencia de -ser de otro modo- que en la vida corriente”. La fotografía es su pasión y su manera de estar en el mundo.