Nota publicada online
Si intentáramos rastrear aquellos elementos o prácticas que nos permitieran delinear un perfil identitario de nuestra contemporaneidad, seguramente, entre las posibles enumeraciones encontraríamos alguna aproximación a los sistemas de vigilancia a distancia.
El avance tecnológico ha vuelto posible que cámaras emplazadas en el espacio público, radares y sistemas satelitales puedan detectar y acompañar nuestras acciones a distancias considerables. Quizás la literatura, a mediados del siglo XX y de manera anticipatoria, haya descripto de manera certera este modo por el cual la mirada controladora se convierte en principio acechante de la existencia. Me refiero concretamente a1984,de George Orwell, quien puso a disposición de la cultura moderna la figura que luego, paradójicamente, se convertiría en éxito de la cultura televisiva: el Gran Hermano.
Detectores, la muestra del artista mexicano Rafael Lozano-Hemmer, que se presenta en el Espacio Fundación Telefónica, hace suya esta problemática actual pero desdramatizándola a partir de ubicar al espectador en el marco de una experiencia lúdica conformada porocho obras interactivas. En tal sentido, ”al transgredir los sistemas de vigilancia a través de su proceso artístico, el artista convierte al observador en una parte integral de la obra, entre la seducción de la personalización y la violencia depredadora del control.”
Una porción considerable de la exposición parece erigirse a partir de un fuerte sentido ligado a las biopolíticas de control. En Tension superficial (1992), un gran ojo sigue, de manera insistente, los movimientos del espectador con clara referencia orwelliana, en tanto que Blow-up (2007) multiplica la captura de una cámara de vigilancia, replicando la imagen en 2.400 cámaras virtuales, más allá de rendir tributo al gran Antonioni. El reconocimiento del espectador a partir de sus huellas dactilares y de sus latidos, es decir aquello que conforma ineludiblemente la identidad del sujeto en sentido biométrico, son el puntapié inicial para el funcionamiento de la instalación interactiva Indice de corazonadas (2010).
Por medio de un sistema de captura computarizado, la figura del espectador se convierte en parte integrante de la obra en Sabroseos (2008), Tercera persona (2006), ambas pertenecientes a la serie Shadow Box, así como en Coincidencia sostenida (2007) y La medianoche del año (2011).
Ultimo suspiro, obra de 2012, se configura como una instalación capaz de permitir la circulación del aliento de una persona, en tanto que Bifurcación (2012) instala un fuerte sentido lúdico a partir de la posibilidad de interacción que el espectador establece con una rama y con un árbol virtual,obra perteneciente a la serieObras de Sombras, inspirada en textos de Octavio Paz y Bioy Casares, autores que recurrentemente señalan que la ausencia y la presencia no deben entenderse en un sentido opuesto.
Detectores parece convertirse en una buena oportunidad para abrir una discusión acerca de los alcances del control a través de medios altamente tecnologizados, pero abriendo la posibilidad de experimentar una relación lúdica con el universo que abierto por la relación del arte con las nuevas tecnologías.
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Hasta el 19 de diciembre de 2012, en Espacio Fundación Telefónica, Arenales 1540.