Nota publicada online
La iniciativa desplegada por la empresa Sullair y su división cultura en el Barrio de Barracas desde 2012 esta vez se plantea salir del espacio donde hicieron base trabajando con siete artistas que, en vez de usar los muros, muestran sus versiones para un formato museo.
El sábado 16 de noviembre en el espacio de bajo autopista de Marco Arte Foco, se percibía una alegría genuina y mucha emoción entre todos los involucrados en este proyecto denominadoUmbralque exhibe, de manera itinerante, las obras de siete artistas tradicionalmente ligados a la escala del espacio público, esta vez con obras que van puertas adentro. Usando la palabra del título de la muestra, como lo remarca en el texto curatorial Lucas Marín, se traspasan varios umbrales tanto para la empresa patrocinante Sullair y su División Cultura como para los artistas que bucean un territorio bajo techo en una exhibición con un dispositivo museístico.
El barrio porteño de Barracas fue el primer escenario de visibilidad en 2012 de los murales donde algunos de estos artistas trabajaron dejando una huella de escala, con una calidad compositiva sumado al tratamiento del color y el buen oficio del dibujo no dejan lugar a dudas acerca de su gran capacidad creativa.
Siete artistas integran esta exposición con obras que fueron calificadas por el curador como ‘producciones de taller’ aún cuando muchas de ellas -salvo las objetuales y esculturas-, pueden perfectamente pasar a una escala mayor. Se trata de Milu Correch (Buenos Aires, 1991), Sebastián Daels (Tatu) (Buenos Aires, 1984), Florencia Durán (Fitz) (Montevideo, 1986), Franco Fasoli (Buenos Aires, 1981), Martín Florio (Mart Aire) (Buenos Aires, 1986), Julián Manzelli (Chu) (Buenos Aires, 1974) y Paula Tikay (Chile, 1987) cada uno en su singularidad. Está prevista su itinerancia por distintos espacios de todo el país, pero su desembarco en Buenos Aires se da luego de presentarse en el Espacio Cultural Julio Le Parc (Guaymallén, Mendoza).
“En estas obras también se ponen en juego otras tensiones, entre lo establecido y lo que se rebela, entre lo que se erige y lo que se derrumba, entre placer y violencia. Y se articulan otros cruces entre arte visual y diseño, arte urbano y arte contemporáneo, entre texto e imagen. Cada una de estas obras delimita su campo de acción, se posiciona en el terreno que ha puesto en crisis y se abre al resto como en una conexión entre umbrales”, escribe en el catálogo Lucas Marín, curador de la muestra. El territorio de lo femenino y ciertas escenas que descubren la intimidad de la mujer, son exploradas por Florencia Fitz Durán, en composiciones que usan una gradación del color para distribuir la luz en cada composición que, como afirma Marín, generan un movimiento óptico ‘con cierta reminiscencia psicodélica’. El cuerpo de la mujer tanto para la auto exploración como para el vínculo que se establece entre madre y lactante se tornan muy delicadas por el tratamiento del color que parece envolverlos en una atmósfera cálida e íntima.
Martín (Mart Aire) Florio fue durante doce años un muralista que firmaba sus obras en los muros bajo el seudónimo de Aire-porque el aire es de todos y de nadie, decía entonces- hace una reinterpretación de ese trazo fluido que era su firma grafitera y lo desarrolla en una pieza que pende del techo como aludiendo a lo aéreo. El trazado propio de ese gesto se aliviana y se expresa en una pieza construida a partir de cuatro secciones.
Franco Jaz Fasoliva en otra dirección y bucea en un monumento fallido ya que nunca se realizó que estaba previsto para los festejos del Bicentenario, de ahí que esta serie se titule La independencia postergada. Son dos versiones, una es plana y deconstruye en tres partes ese proyecto y luego arma unas piezas de cerámica donde ironiza situaciones vividas como las del monumento en Colón en su camita. El curador acota que ‘como una metáfora de nuestro país, el monumento es una promesa que se desvanece’.
El caso de Paula Tikay es interesante tanto por la belleza que logra en el trazo como por la forma en que les rinde homenaje a luchadoras de distintas épocas y países que batallaron por un recurso básico de las comunidades con su serie Mujeres de Agua. Macarena Valdés, Nicolasa Quintreman y Lorenza Cayuan mapuches chilenas, Joan Jara compañera de Víctor Jara, Marielle Franco activista y política brasilera asesinada junto a su chofer, la ecuatoriana Patricia Gualinga, Berta Cáceres hondureña, Autum Peltier de los pueblos originarios de Canadá y la peruana Máxima Acuña son retratadas con su fuerza interior y unas especies de nervaduras que, como venas o ríos, recorren sus figuras.
Sebastián Tatu Daels fue guardabosques en Misiones, una tierra cargada de especies. Este conocimiento lo vuelca en unas pinturas de gran tamaño donde el yaguareté o el tatú se descubren en una espesura muy bien modulada por el tratamiento del color, el ojo del espectador debe despejar ese paisaje y encontrar sus claves. Para el curador, Tatu expresa otro umbral, ese que se traspasa cuando cruzamos una frontera entre dos mundos.
Las obras de Milu Correch provocadoras como sus retratos femeninos donde la mujer aparece encapuchada y con una antorcha dispuesta a quemar lo antiguo para dar paso a lo nuevo. Potentes y empoderadas demuestran que ya no son las víctimas de un tratamiento en la hoguera por brujería, sino que el fuego está ahora dispuesto para alumbrar un nuevo paradigma.
Finalmente, Julián Manzelli se destaca porque en su planteo hay un juego abstracto donde las formas van creando un agrupamiento llamado Antena, peón, torre e instante dinámicodonde estos tres elementos en impecable confección en madera, luego juegan otros intercambios dentro de una caja transparente. Entre ‘el diseño, la escultura y el objeto’ como dice Marín en el catálogo destaca por su singularidad dentro del recorrido por estos otros umbrales.
¡No se la pierdan!