Nota publicada online
Ruth Benzacar Galería de Arte presenta a Ulises Mazzucca con "Relicario", su primera exposición individual en la galería, proponiendo ver lo que puede contener el reverso del papel, el atrás y el adelante de los cuerpos sufrientes y ascendidos.
Curioso fenómeno el de vomitar: el sistema digestivo se dispone a invertir el recorrido de lo ingerido. Como en un proceso alquímico-estomacal, los sentimientos y los amargos tragos vivenciales son representados antropomórficamente en el estómago. La actividad cerebral no puede hacer mucho frente al momento de la percepción de la realidad a través de las tripas; la intuición del ombligo es mucho más rápida y efectiva que la lógica formal. Los tormentos radicados en la panza deberán ser expiados. Un recorrido posible para ejecutar este trabajo espiritual es la peregrinación a los sitios sagrados. Los fieles son convocados por las reliquias y perciben esa emanación de lo que supo ser un pedazo de carne viva y ahora es adorado como resto mortal. No confundir relicario con reliquia, es la diferencia entre continente y contenido: el relicario puede ser una caja, un edificio o toda una ciudad. Si un Cristo despojado exuda la sangre de un martirio invisible, para que ésta no se pierda, será resguardada en un relicario. Pero la carne del santo no es la carne del artista, aunque comparten algunos atributos ¿No preserva el arte y el artista una pizca de absoluto, un resto de sagrado? De esto nos agarramos con el último filo de las uñas. Por impulso lúdico, por inocencia o por burbujas de pensamiento, los sinuosos recorridos del arte se nos revelan como un ejercicio espiritual, tanto con lo que dice como con lo que hace. De los humores derivados de la interacción virtuosa entre materia y espíritu -no opuestos- nace la experiencia poética. En la torsión de un cuerpo con tensos músculos que capturan el dolor o en el plácido gesto del ascendido, los estados de ánimo se inscriben en las formas. Desde que hay artistas, les exigimos que su particular modo de sentir sea transferido a los objetos creados. Las obras preservan el movimiento y el contacto de sus manos sobre el papel, incluidos algunos pequeños pedazos de piel muerta. Para quienes miran, devotos de sentido, la mística del ojo es alcanzada por el difuminado de la tiza.