Nota publicada online
Un joven artista residente en Miami presenta una instalación inmersiva donde la imaginación puede recorrer y ampliar sus interpretaciones.
La escala de la obra es un juego entre la ficción de una casita de niños grande tanto como un espacio donde ver perspectivas y jugar a atravesar pórticos y frontones. Los colores son la sustancia de estas piezas tanto como su forma simple de volúmenes netos. Remedan esa luminosa arquitectura demarcada por cierto aire de falso mármol en conjunción con impecable utilidad que puede verse en su ciudad natal, Miami.
Hijo de padre cubano y madre artista, siempre sintió que estaba autorizado a crear sin tener que formarse en una academia de arte. Confiesa que sus maestros fueron aquellos que él mismo elegía comprando sus libros y estudiando a fondo su trabajo. Y su gran desafío siempre estuvo en crear cierto grado de comunidad participando como artista callejero que pintaba enormes murales en la calle, conversando con los vecinos y conociendo sus vidas. De esta simple fórmula surgen estas áreas vitalizados por el espacio enorme de la Sala Molinos del Faena Arts Center, donde además de sus bloques de piezas apiladas aparecen las calaveras, que según dice, son su marca registrada.
El costado teórico de este artista joven también está cargado de cierto grado de sustancia simplificada. Sostiene “Arte para mí no es negocio ni entregar el corazón, es una forma de comunicarme. No sé ni cómo lo hago pero siempre fue algo comunitario, colectivo, desde el día que dejé de dibujar en casa y salí a pintar paredes. Estaba pensando en cómo eso cambiaría el paisaje, cómo lo recibirían los vecinos y el pico de adrenalina que me daría". Para hablar de Miami hace otra reflexión también sencilla: “Las calaveras, las curvas que me recuerdan el déco de mi ciudad, el mármol falso que representa el Miami la ostentación, mucha apariencia y poca alma.”
La inclusión de este joven artista en la escena local por parte de Faena surge de una idea que vienen desarrollando junto con la curadora Ximena Caminos de crear un puente “Norte-Sur” entre las dos ciudades con la finalidad de llevar artistas argentinos a Miami y traer artistas de esa ciudad al espacio de Puerto Madero. Es un plan que ya tuvo dos intercambios. El programa Elevator para artistas locales inaugurado en Art Basel Miami 2014, quienes intervenían el ascensor del edificio Claridge, a modo de galería vertical, donde Typoe hizo una pieza bien lúdica "Getting Up", una instalación de imanes con forma de letras que le gente usaba para dejar mensajes y jugar, como los niños con magnetos en la heladera.
La muestra en Buenos Aires fue inaugurada en coincidencia con las vacaciones de invierno para habilitar a más niños a habitar estas construcciones. Están muy bien organizadas para el espacio, tienen esa cualidad del tamaño que las convierte en fracciones en cierto modo asombrosas porque cambian nuestra escala y deshabilitan ese manejo ergonómico de ciertas piezas a las que estamos acostumbrados a manipular o recorrer. Los grandes ventanales de la sala Molinos le otorgan una luminosidad extra y juegan un poco con esa mixtura que él mismo propone cuando analiza las diferencias entre su ciudad y Buenos Aires. Sostiene que la arquitectura aquí trae memorias de otras ciudades, señalando París, Moscú o Madrid, tanto como la naturaleza de impronta fuerte como del barrio de La Boca y su característico colorido que no influye en su alegría pero si le proporciona identidad concreta. Diferencias que para cualquier persona están bien visibles pues nadie duda que esta instalación tiene la fuerza de ser un panorama de cuento infantil o una escenografía para gigantes.
Algunos de los que participamos de la previa de prensa recordamos la referencia a Edgardo Giménez, si bien en la obra de nuestro artista señero del pop hay otros ingredientes y una escala menor. También a algunas piezas de Daniel Buren, probablemente sean referencias que a Typoe le interesen pero no le cambian la particularidad de ser esa persona simple que adora su trabajo, emocionarse y emocionar cuando escucha los comentarios sobre su obra.
Forms for life invita a un disfrute donde tal vez podamos reconocer algo de sus afirmaciones, entre ellas: “Las formas de las ciudades, sus edificaciones, espacios verdes y circuitos determinan qué experimentamos y tener la capacidad de diagramar espacios que expresen o respondan a nuestras peculiares necesidades, es otra forma de empoderarse. Tiene que ver con cómo nos desarrollamos en el mundo.”