Nota publicada online
En la segunda muestra del año, Fundación Telefónica presenta por primera vez en Sudamérica la obra de Jim Campbell, un artista referente en el campo del arte y la tecnología.
¿Se puede atrapar el transcurrir del tiempo en una imagen? ¿Es posible comprimir el movimiento? ¿Pueden representarse digitalmente los recuerdos? Semejantes desafíos requieren necesariamente de razonamientos científicos y procedimientos tecnológicos sofisticados. El artista Jim Campbell (Chicago 1956) lo logra. Su principal recurso, la luz. Más precisamente, recurre a diodos emisores de luz o LED (Light Emiting Diode) ¿El resultado? Una obra de asombrosa belleza, que conjuga técnica y estética en armonioso ensamble.
“Hasta ahora, nunca había presentado tantas obras hechas en un período tan largo”, señaló Campbell a Arte al Día, durante la inauguración. Veinte años de la notable exploración de este artista, que es ingeniero eléctrico y matemático del Massachusetts Institute of Technology (MIT), se descubre en las obras reunidas en Tiempo estático, una muestra que plantea numerosas reflexiones sobre el tiempo y le memoria, además de suponer un auténtico desafío para los sentidos.
En esa línea, en el primer piso en un ambiente oscurecido, una caja formada por hileras de luces LED suspendidas del techo aparece como una obra escultórica que atrae al espectador. Pero al observar con atención y alejarse un poco se descubren imágenes figurativas que parecen sombras de personas que pasan caminando. Efectivamente, los píxeles iluminados están programados con filmaciones de pasajeros que se desplazan en al Grand Central Station de Nueva York. La obra se llama Exploded View y es un prototipo de una enorme instalación que exhibió en el Madison Square Park en 2010.
Algo parecido ocurre al ver en una gran pared la videoinstalación Home Movies 560-1, integrada por un 28 hileras de 20 píxeles cada una, con un tota de 560 LED, trabajo que provoca el asombro pero que a su vez, tras una observación sostenida y, desde cierta distancia permite descubrir imágenes de niños jugando, reuniones familiares y otras situaciones cotidianas filmadas en viejas películas. Campbell utiliza filas muy espaciadas de LED para proyectar en la pared secuencias de videos caseros de la década del 50. “Hay que alejarse para poder ver mejor y descubrir las imágenes, incluso hasta es mejor quitarse los lentes”, aconsejó el artista durante un recorrido por al muestra. Algo similar ocurre con otras obras que Campbell caracteriza como “de baja resolución”.
Poética de la imperfección
En los últimos tiempos, mucho escuchamos hablar de la alta definición, como punto culminante de un desarrollo tecnológico que permite a los espectadores observar hasta los más mínimos detalles de imágenes en asombrosa resolución. Sin embargo, Campbell se ha dedicado a explorar las posibilidades de lo opuesto.
¿Qué queda en una imagen cuando le sacamos la alta resolución? “Lo que me ha obsesionado durante los últimos diez años ha sido ver qué podía hacer con la baja resolución que tuviera algún sentido poético”, señala. Un ejemplo de esa búsqueda es su obra Motion and Rest 5, de 2002. Se trata de un circuito electrónico adaptado integrado por 768 LED en los que se puede ver a una persona discapacitada que camina. Y cuanto uno más se aparta de la imagen, incluso se puede ver hasta las muletas. “Lo que trato de destacar en esta obra, es el movimiento de la persona, dejando afuera la edad, la ropa y otros detalles que la singularizan”.
Otro de los recursos que Campbell utiliza para explorar las posibilidades de la baja resolución es colocar pantallas de difusión de resina, sobre las matrices de píxeles LED, para suavizar las imágenes. El efecto producido se evidencia particularmente en obras en las que la pantalla aparece inclinada, como ocurre en Reconstruction 7, de 2006, en la que se observan escenas de tránsito de peatones y autos, pero el bloque de resina suaviza la representación altamente pixelada de los LED y la transforma en una imagen descifrable. De ese modo, una parte de la pantalla queda alejada de los LED y la otra más próxima, y así las imágenes pasan de una representación analógica a una digital.
En otra de sus obras el artista toma una fotografía de alta resolución, en la que se ve la entrada de la Biblioteca de Nueva York, y la coloca sobre una superficie de LED que contiene un chip de video con imágenes en movimiento de baja resolución de pájaros y personas que entran y salen, de modo que las figuras transitan como fantasmas por el suntuoso edificio.
Una mención especial merecen las obras reunidas en la sala de planta baja, que corresponden a la serie Memory Works, en las que el artista trabaja sobre el tema de la memoria y la representaciones de recuerdos personales y colectivos. Se trata de un corpus de piezas realizadas entre 1994 y 1998 y cada una de ellas se basa en la memoria de un hecho grabado digitalmente.
Al recorrer la muestra la atención del visitante oscila entre el asombro de los procedimientos tecnológicos y la curiosidad por desentrañarlos, y el disfrute de trabajos que tienen siempre un toque de lirismo y hasta de cierta melancólica nostalgia, como ocurre cada vez que un artista se lanza en busca del tiempo perdido e intenta atrapar el movimiento inexorable de su transcurrir.
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Hasta el 1 de octubre
Espacio Fundación Telefónica, Arenales 1540