Nota publicada online
Teresa Pereda presenta en Elsi del Rio arte contemporáneo objetos y registros de acciones y experiencias artísticas realizadas con el ovillo.
Redondo, peludo y suave, el ovillo de Teresa Pereda es un testigo silecioso y blanco de una serie de acciones que la artista realizó en sus itinerarios a lo largo de América. En esta oportunidad presenta en Elsi del Rioarte contemporáneo una serie defotografías testimoniales de distintas performances realizadas con ovillos en el Bosque de Yatana, Tierra del Fuego, Argentina; en el Salar de Uyuni, en Bolivia, en Morena, en la Amazonia brasileña y, en 2015 en los campos de hielo Patagónicos.
“El ovillo rodando en la naturaleza es algo imponente” confiesa la artista, “la obra es todo lo que sucede en el proceso y, la mas genuina es la que no queda registrada; es la acción misma.” Detrás de cada acción de Pereda hay varios años de trabajo, investigación y búsqueda. El manantial de todo este trabajo es un ritual simple que la artista viene haciendo hace tiempo: recolectar tierra y luego ofrecerla. Se trata de un acto simbólico que busca restablecer la comunicación de los hombres entre sí y con la tierra que nos contiene.
El primer ovillo nació -cuando fue convocada durante la primera edición de la Bienal del Fin del mundo en Ushuaia- como un acto de agradecimiento a aquellos pobladores que cuidaban el Bosque de Yatana para proteger la fauna, la flora y los pueblos originarios. Yatana significa tejer en lengua yagana por lo que, criada en un campo lanero, decidió agradecer con lana. Fue así como generó un gigantesco ovillo de lana de 40 kilos que echó a rodar en este bosque de lengas entrelazando gente y árboles. Desde entonces, sus ovillos ruedan vinculando al hombre con la naturaleza.
Una impactante fotografía de un joven aborigen cargando un pesado ovillo en sus espaldas mientras cruza el río de aguas negras capta la mirada del visitante. Se trata del registro de la performance realizada en la Amazonia. A su lado un gigantesco ovillo invita a acariciarlo; es el mismo que rodó en el Parque de la Memoria.
Otra enorme fotografía da testimonio de la acción en el Salar de Uyuni, la enorme grieta abierta en la tierra se convierte en ovillo decorado con lanas cortas de colores y que representan las coloridas flores que tanto en el norte de Chile, Bolivia y Perú, los pobladores les colocan a las llamas en sus orejas como una manera de agradecer a la Pachamama por el pasto con que éstas se alimentan.
Finalmente, una pequeña caja de luz da testimonio de su acción mas reciente en los campos de hielo patagónicos. Allí un ovillo de lana se destaca como un lucero en la geografía azul del glaciar. Un ovillo blanco, una marca en el paisaje que nos habla de la pureza, del inicio y de bien.
Como señala Marlene Binder Meli en el texto de la muestra de Pereda “El ovillo es su alter ego. Cada centímetro de lana teje una historia circular que une el inicio con el cabo. De la naturaleza viene y a la naturaleza vuelve.”
El martes 18 abril a las 17 hs la artista realizará una performance en la galería como cierre de la muestra.