Nota publicada online
Recorridos donde el relato del propio artista es sustancial a la esencia del producto que se exhibe y donde el tema del uso, y por extensión del usuario, es la piedra basal de un contrato de intercambio entre lo presentado y lo que puede resultar interesante del camino propuesto.
Curaduría: Sebastián V. Mackinson y Federico Baeza
FLORENCIA LEVY.
ProyectoTurismo Local, 2004 (Detalle).Presentación, versión 2014 Medidas variables
En la actual muestra, Lo cotidiano resignificado, no sorprende que la mayoría de las propuestas de los artistas sean instalaciones y vídeos pues pensar lo cotidiano como categoría dentro del arte supone el uso de todo tipo de derroteros cercanos al registro del artista. Por ello es importante que se hayan reunido esta serie interesante de piezas en un espacio que nos tiene acostumbrados a proyectos de tipo monográficos, a aquellos que no se consumen sólo por el recorrido sino que implican la necesaria inmersión en los textos y discursos varios que hacen a la esencia de esta muestra, curiosa a los ojos y a la vez, lista para ser descifrada de la mano de los curadores.
MARIANA TELLERIA. Estás en todos lados, 2012. Objeto [Cama de madera fragmentada], 210 x 150 x 120. Colección Alberto Sendrós | DIEGO BIANCHI, S/T, 2004,Módulo de la instalación estática. Medias variables Versión realizada por el artista a partir de su instalación estática, 2004, exhibida en la galería Alberto Sendrós, Buenos Aires. Colección MALBA-Fundación Costantini | EUGENIA CALVO. S/T [Estructura de hierro para mesita], 2011. Hierro y madera, 75 x 184 x 135 |
Trabajar sobre la sustancia de algo constante y a la vez diferencial como es lo cotidiano es un proyecto que se potenció notablemente con la crisis de fin de siglo en nuestro país, pues nos encontró expuestos a contingencias donde necesariamente aquellos que deseaban no postergar su posibilidad de trabajo, se volcaron como nunca a estos rumbos interesantes de funcionalidades subjetivas. Dicho esto sin necesidad de involucrar a todos los artistas de esta notable muestra que, cuando ingresamos, nos hace participantes de un esquema que tiene a teóricos tan poderosos como Michel de Certau o Boris Groys como fundantes, el usuario/espectador puede hacer su propio camino desandando incluso las potencialidades propuestas por los dos curadores de reorganizar lo expuesto.
Sin repasar esos relatos que aparecen disponibles en soportes impresos dentro de las salas, difícilmente podamos interpretar las condiciones necesarias de sus miradas, mínimas en la dimensión de un colectivo social, pero desgranadas por esas instalaciones que nos ponen a prueba como espectadores. No hay casi manipulación y tampoco se hace gala de recursos de producción, sólo aquella operación que revela las apropiaciones tanto afectivas como electivas de los artistas, herencias simbólicas y objetuales de la vida cotidiana como reza el texto disponible on line.
GABRIEL CHAILE, La oración eficaz, 2011,Instalación, 100 x 95 x 200 | GABRIEL BAGGIO. Las herramientas de Julio, 2014. Cerámica esmaltada con lustre de platino, 3/3,100 x 140 | ANDRÉS AIZICOVICH. La guía de los perplejos, 2013,(Detalle), instalación, medidas variables. |
Los objetos cotidianos pueden volverse invisibles en el uso, pues nos ocupa solamente la funcionalidad del mismo, pero cuando éste se carga de las emociones que produce el reconocimiento de unos recuerdos atesorados en relación a los afectos, las mismas cosas dejan de ser eso para encarnar capas de significados que desnudan una vida y producen relatos significativos. Ver las emociones del padre en el video de Ana Gallardo o llevar la misma maleta que trajo su abuela de Minsk a Entre Ríos a un tour de turismo interno dentro de la misma ciudad de Buenos Aires, como el proyecto de Florencia Levy por hoteles familiares de la misma ciudad que ella habita, o encontrar restos de una vieja tela de cortinas en casa de su abuela como Gabriel Baggio.
Distinto y muy lleno de capas de significados son las obras del tucumano Gabriel Chaile, La oración eficaz, y la de Eugenia Calvo, Estructura de hierro para mesita, ambas del 2011, donde los objetos son vehículos de ceremonias particulares tanto como de necesidad de sostén por fuera del sistema del propio objeto. En contraposición, las operaciones sobre los bienes de uso corrientes de Daniel Joglar son disposiciones de orden dentro del plano de una mesa en la que queda claro algunas posibilidades objetivas a la hora de contar con recursos disponibles resignificados. La mirada puesta en curiosas configuraciones encontradas en recorridos de Leopoldo Estol, Andrés Aizicovich y Diego Bianchi con resoluciones variadas.
Como sostiene Boris Groys, “hoy ya no existe una diferencia ‘ontológica’ entre hacer arte y exponer arte” , creo que los curadores han usado todos los recursos para que nos transformemos a la vez en usuarios tanto como en prosumidores de lo exhibido. Siempre que valoremos el recorrido atento a todas las señales dentro del espacio, como en una visita guiada o un relato lleno de particularidades.
DANIEL JOGLAR.
S/T, 2000,Instalación, 30 x 180 x 120