Nota publicada online
Con curaduría de Florencia Qualina, por primera vez se presenta en Argentina un exhaustivo conjunto de obra plástica de esta importante artista catalana que actuó durante un breve lapso en la Argentina
Con curaduría de Florencia Qualina el Sívori ofrece la oportunidad de conocer mas profundamente obra de la artista Silvia Torras (1936-1970), reunida a modo de tributo a su gran trabajo entre los años 1960 y 1963 -en una merecida muestra individual- El desarrollo de su obra se adscribe dentro del informalismo de manera idependiente, ya que parte de su formación -luego de pasar por la Escuela Manuel Belgrano y la Prilidiano Pueyrredón- finalizó en el taller del artista Keneth Kemble. En esos tres años realizó un despliegue muy activo como lo indica Qualina en su investigación: “expuso de manera individual en galerías en dos ocasiones, la primera en la galería Peuser, la segunda en Lirolay. Formó parte de una serie de importantes exhibiciones colectivas, entre ellas el prestigioso Premio di Tella 63 y antes en 1961, de Arte Destructivo en la Galería Lirolay, una experiencia bisagra hacia el conceptualismo, los happenings y performances que difnirían el paisaje de la segunda mitad de los ‘60. (…) En 1962 se presentó en Peuser y obtuvo la Mención de Honor en el Premio Ver y Estimar; en 1963 participó por segunda vez en el concurso Ver y Estimar e integra la selección del Premio Di Tella. Expone, además, en la muestra Arte Argentino Actual, realizada en el Museo de Arte Moderno de París. (…) En 1963 abandonó la pintura y se instaló en México.”
Sus obras generalmente acontecen dentro del gran formato, tienen carácter expresivo, audaz, vitalísta y pictórica. Podemos imaginarla desplegándose enérgicamente para atrapar los colores de la realidad natural y plasmarlos sobre las telas, como lo indicara Jorge Lopez Anaya “(...) poseen claras referencias a la naturaleza vegetal, orgánica, tema que la diferenció del resto de los informalistas.”
Las formas gestuales subyacentes son el camino que insinúa andar, no como una situación forzada, sino como un fluir donde llega al espectador desde esa danza implícita, hace poner el cuerpo al servicio de la participación y de la vivencia.
Transmite la exaltación de la experiencia sensorial y emocional no sólo desde el gesto al pintar, sino también, mediante la paleta que elige despliega una narratividad relacionada a la emocionalidad que cada uno de esos colores va despertando. Cuando el espectador se para frente a su obra, queda a merced de la invasión de esos ocres y amarillos llegando a situaciones empíricas emotivas; otras veces a merced de los verdes o los azules, con una aproximación tanto mas reflexiva.
La producción presente desborda con estas imágenes no racionales donde exalta trazos libres, manchas y capas de pintura, una dramatización cálida y emotiva -desde y para la pintura- esto es parte del legado que nos deja el corpus de obra de Silvia Torras.
“La pintura de Torras es extática, dionisíaca, como si hubiera sabido que iba a contrarreloj y se agotaría pronto” Florencia Qualina