Nota publicada online
Una presencia luminosa habita desde hace unos meses la zona de parques de la ciudad de San Juan. Como si siempre hubiera estado allí, se integra en el paisaje urbano este espacio vidriado, penetrable, en el que es posible asumir distintos puntos de vista, recorrer fragmentos de la historia del arte argentino a través de su colección, registrar los cambios de luz con el paso de las horas y a su vez,encontrarse con las claves del recorrido de un artista fuertemente ligado a San Juan: Lino Enea Spilimbergo, a quien está dedicada la exposición temporal con la que el museo inició su temporada 2012.
Nacido y formado en Buenos Aires, San Juan es un sitio importante en la itinerancia de Spilimbergo. Pasó allí, una prolongada estancia de indagación y trabajo entre 1921 y 1925, primero, y a su regreso de la experiencia europea, entre 1929 y 1930. Momentos ambos, que representaron hitos significativos para el desarrollo de su imagen y del modo de plantear los espacios e interpretar las atmósferas.
Hábilmente planteada por Virginia Agote, curadora de la muestra y directora del museo, la exposición ofrece un recorrido antológico por la obra del artista desde sus trabajos más tempranos hasta los de los últimos años, un trayecto que no se priva de incluir piezas claves como el Paisaje de San Juan de la colección del Museo Castagnino de Rosario. Situado en el centro de la sala recibe al visitante con su serenamente inquietante composición, construida por una perspectiva que en primera instancia se lee como unitaria y a poco de observar, deja a al descubierto la divergencia de distintos puntos de fuga ofreciendo una imagen inesperada del paisaje, un efecto que se refuerza con el peculiar uso de la luz que procede de diferentes foco y provoca intensos contrastes dejando a la vista la impronta de la luz sanjuanina. El paisaje de San Juan es el leitmotiv elegido, lo que resulta muy elocuente no sólo para ver aspectos de la obra del artista sino también para repensar cierta “geografía plástica”.
Los paisajes silenciosos y ausentes del San Juan de Spilimbergo encuentran en unas pocas monocopias –Día Festivo, I y II, por ejemplo- un clima diverso, dinamizado por la presencia humana. Entre tanto, el archivo también forma parte de esta muestra a través de las fotografías de San Juan, en las que se reconocen puntos de vista muy próximos a los asumidos con la pintura, con distintos colegas en Europa; retratos, papeles, cartas, documentos con los que la propuesta curatorial establece un rico diálogo entre las obras de distintos momentos de desarrollo del proyecto creador de este artista.
Finalmente, la muestra temporal, dialoga con la zona permanente o semi-permanente de la colección ya que es posible advertir en varios artistas allí situados, las maneras en que la impronta de la imagen spilimberguiana está presente.
*Abril 2012