Nota publicada online

miércoles 29 de mayo, 2024
Rosana Paulino
Amefricana en el MALBA
por Alejandro Zuy
Asentamiento, instalación
Asentamiento, instalación

La exposición curada por Andrea Giunta e Igor Simões presenta más de 80 obras realizadas entre 1994 y 2024 de esta artista nacida en San Pablo en 1967, la primera individual en el país y la más completa que se realiza fuera de Brasil.

Amefricana es un concepto acuñado por la socióloga brasileña Lélia Gonzalez que implica, en primer lugar, desde el lenguaje, una contraposición al término Afro-american surgido en EE. UU, debido a su carácter geográfico restrictivo y por extensión a su connotación imperial. En segundo lugar, según sus propias palabras es un término que “permite superar las limitaciones de carácter territorial, lingüístico e ideológico, y abre nuevas perspectivas para un entendimiento más profundo de esa parte del mundo donde la amefricanidad se manifiesta: América en su conjunto.”
 
La intensidad de este término se amplifica al poner en el foco de la historia la participación activa de la mujer negra y en consecuencia resistir las narrativas sexistas y racistas tradicionalmente dominantes.
 
Amefricana se encuentra organizada en cuatro grandes núcleos: “Memorias atlánticas”, “Las estructuras coloniales de la ciencia”, “Las narrativas del arte brasileño” y “Tejidos de la subjetividad”. Sin embargo, estos núcleos no funcionan como compartimentos estancos, sino que se contaminan unos a otros conformando un circuito semántico virtuoso. Esta versatilidad museográfica se corresponde con la variedad de técnicas empleadas por Rosana Paulino entre las que destacan el dibujo, la instalación, el collage, el video, la escultura y muy en especial los bordados.

Los textiles precisamente abren la exposición. Atlántico rojo pone en jaque la concepción de ese espacio oceánico como área de intercambios y de formación de una cultura de la diáspora negra para poner en primer plano la violencia ejercida allí, durante cuatro siglos, por la empresa esclavista-colonial que consideró a una población no desde su humanidad, sino como combustible de su progreso. Las yuxtaposiciones de imágenes a través de costuras exhiben seres anónimos, leyendas y la crueldad económica del transporte de esclavos en las bodegas de los barcos.
 
A continuación, Asentamiento (2013), una instalación compuesta por brazos que equivalen a leños, videos que muestran el oleaje del mar e imágenes de hombres y mujeres sujetos a estudios científicos en el siglo XIX que tuvieron como fin justificar la superioridad blanca, se yerguen de manera conmovedora en la sala. Las imágenes, de frente y perfil a escala natural, se componen de fragmentos dislocados donde cobra relevancia la noción de sutura. Para Paulino la sutura, al contrario de una costura, remite al ejercicio de una forma de violencia sobre los cuerpos, al intento de una unión forzada donde siempre algo queda fuera de lugar, así como también expone una cicatriz, la huella de un trauma colectivo.

El interés por los usos de la ciencia da lugar a una obra con cabellos encapsulados en lentes de laboratorio sin título de 2006. Cada uno de ellos remite a una identidad. Su visualización panorámica contrasta con la observación en detalle; experiencia que se repite en otras obras expuestas. El cabello contiene significados acerca de la discriminación, de criterios de clasificación, así como de reivindicación desde una estética particular. Ama de leche (2007) nos aproxima al rol de nutricias que algunas mujeres negras durante el siglo XIX ejercieron durante el cuidado de niños blancos. Desde los senos de sus siluetas parten cintas hacia botellas con fotografías ubicadas en el suelo. El uso activo de archivos y formas de registro marcan una continuidad con otras obras próximas como, por ejemplo, la serie íntima de dibujos Diario de la enfermedad (1999) o Bastidores (2007), un conjunto de retratos familiares –ella incluida- violentados con suturas que abordan el poder de lo ancestral, tópico emocionalmente resaltado en la video performance De las abuelas (2019).
 
Brasil fue el último de los países de Iberoamérica en abolir la esclavitud. Lo hizo en 1888 y el entonces ministro de economía ordenó quemar la documentación vinculada a ella. Así, buena parte de la historia de las personas traídas a la fuerza desde África se extinguió en un instante. ¿Cómo reconstruir esos lazos desde la actualidad? ¿Cómo devolver espesura a un legado trunco? Estas parecen ser algunas de las preguntas que se plantea Paulino en la monumental Pared de memoria (1994-2017) donde innumerables retratos de sus antepasados se encuentran impresos en patuás, pequeños sacos pertenecientes al culto umbanda, conformando un mural familiar. Aquí están otra vez la sutura como base conceptual y la tensión visual entre la generalidad y la concentración dada por cada subjetividad.  Garza blanca (2023), en cambio, es una pintura que dialoga con esa reconstrucción de un campo de pertenencia, pero introduce una cosmovisión que dispone de manera horizontal lo humano, lo animal y lo vegetal para tomar distancia de los arquetipos planteados desde Europa.

El libro ¿Historia natural? (2006) compuesto por grabados sobre papel y tela desmonta esa construcción del orden colonial que fuera apuntalada por enfoques perversos de la ciencia y que repercute hasta nuestra contemporaneidad. Orden unido a la idea de progreso se encuentran en la enseña nacional brasileña y el progreso, como sinónimo de modernización, caracterizó una idea del arte de ese país durante el siglo XX. En las pinturas-collage de Geometría a la brasileña (2023), por desplazamiento, se activa una autoconciencia de ese devenir adosando, con cierta dosis de ironía, aquello que se encontraba en falta, denegado bajo esas ideas. Las resonancias de los cuestionamientos a la materialidad de la historia se completan con la instalación El tiempo de las cosas (2022), donde la presencia del azul se enlaza tanto a los viajes comerciales a Oriente, a los azulejos portugueses, como al azul de Delft de los Países Bajos presente en los jarrones para tulipanes. Precisamente de uno de ellos salen cintas blancas que se unen a recipientes que contienen especias y fotografías de personas negras identificando a la humanidad como una mercancía más pasible de ser traficada.

Ama de leche

 
La crisálida es un estado asociado con un proceso de metamorfosis. Su valor simbólico y afectivo estalla en el espacio que cierra el recorrido cubriéndolo de formas larvales, tanto en dibujos como en pequeñas formas escultóricas. Las Tejedoras (2003) realizadas en loza, terracota y algodón se desplazan por una enorme pared como recién salidas de sus cápsulas. Todas las formas que hallamos allí representan la simbiosis entre lo humano y lo animal.
 
Argentina es un país que ha tratado de silenciar la presencia africana de su historia y, en el caso de Buenos Aires, su importancia estratégica como puerto de tráfico de esclavos. No obstante, pese a estas operaciones, sus huellas han quedado grabadas en nuestro hablar cotidiano y su memoria custodiada y mantenida viva por sus descendientes. La exposición de Rosana Paulino, como bien indica una de sus curadoras, Andrea Giunta, ha introducido la presencia de una ausencia. Introducción que, además de recordatorio, provoca una revisión y amplificación de sus significados.

Tejedoras

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