Nota publicada online
El Grand Palais de Paris muestra dos exposiciones. Una es Rouge: en el país de los soviets -arte y utopía- y la otra es La Luna -del viaje real a los viajes imaginarios-. Si bien son de curadores bien distintos, ambas recogen la mirada que alguna vez se dirigió hacia un futuro utópico para por último ratificar al presente, con todos sus hallazgos, bellezas y atrocidades, como horizonte posible.
La revolución de octubre de 1917 parecía producir una novedad cultural inédita, y la actividad artística está bien ejemplificada por medio de films, esculturas, collages y pinturas, que movilizaban a las masas, aunque resulta suficiente para entender la intención de renovación de inmediato con solo observar El caballo blanco de Malevich.
En su apogeo, artistas de América y Europa pasaron temporadas en Rusia o se radicaron para participar de esa efervescencia de creatividad. Como ejemplo, Käthe Kollvitz y Diego Rivera fueron invitados a la celebración del décimo aniversario de la revolución. A partir de los años 30 en cambio, el Estado toma las riendas de la cultura e impone una utopía opuesta a la anterior, con una publicidad gráfica y fílmica asfixiante. Se deja de lado la experimentación visual y se regresa a un arte realista y a una arquitectura imperial -con los arquitectos clásicos del zarismo - sin rastros de la anterior aventura. El proyecto para el palacio del Soviet, las estaciones lujosas de subterráneos, el propósito de hacer de Moscú la nueva Roma, son ejemplos ilustrativos y penosos del fracaso de una idea.
Un ejemplo del efecto demostrativo de la imagen, lo da el dibujo de la tapa de la revista Pantalla Soviética No.19 de 1927, por Youri Pimenov. Su título es: Heroína de un film nuestro y de uno ajeno. (11) La figura extranjera es provocadora y delgada como sinónimo de la falta del vigor que aporta el trabajo manual, y su hija tiene rasgos africanos. Detrás suyo un cuadro suprematista que es considerado ajeno a la cultura propia y en cambio detrás de la genuina y robusta mujer se ven construcciones y fábricas.
La utopía del viaje a la luna agrupa las películas asombrosas de Mélies y Fritz Lang, junto a la bibliografía que desde la aparición de los libros impresos abundó en referirse a ella. Los viajes de los astronautas, un ejemplo de la cápsula que alunizó, y sus primeras fotos, introducen al concepto simbólico que la luna ocupó en la historia y el arte.
Parece más probable que las próximas generaciones se asienten en la luna, que el actual sistema económico financiero de Rusia de un giro hacia una nueva utopía humana.