Nota publicada online
“Original y sabio, sorprende y fascina”
Manuel Mujica Lainez.
Surrealista, metafísico y renacentista, todas estas definiciones describen al artista y a su vastísima obra. Roberto Aizemberg (1928-1996) trabajó desde muy temprano con un método, el automatismo. Juan Batlle Planas fue su maestro y quien le abrió las ventanas al mundo y al conocimiento del arte.
En una entrevista realizada por Inés Katzenstein, Aizenberg explica que pinta
y crea obras como lo hace la naturaleza, sin ideología, sin preconceptos:
“Hay que pintar con la naturalidad de la respiración, como fluye la sangre”.
Así aparecen las figuras como un himno a la vida, a la vida soñada. Figuras sin rostro, sin identidad, en espacios vacíos, como una invitación a identificarnos; una provocación a pensar qué es lo que sabemos de nosotros mismos o cuál es nuestro verdadero lugar en el mundo.
La actual muestra en la galería Benzacar reúne exquisitos dibujos, collages- cuya restauración estuvo a cargo de Silvia Bloise, conservadora de la Colección- y sólo tres óleos.
El dibujo fue para Aizemberg una de sus grandes pasiones. Los realizaba obre papel Fabriano rugoso o Arches, desechando aquellos que eran demasiado blancos; comenzaba con un lápiz duro H y continuaba con un HB para, finalmente, trabajar el volumen con un F. El resultado es lo mas cercano a la perfección.
En los collages o técnicas mixtas, utiliza imágenes tomadas de antiguas enciclopedias de medicina o astronomía, ciencias que atraparon tempranamente su interés.
Los tres óleos, expuestos en el subsuelo, dan cuenta de la búsqueda de trascendencia que se observa en toda su obra. Atmósferas metafísicas pintadas con “rigor renacentista”.
“Obsesivo” -como bien lo define Victoria Verlichak, autora del excelente libro editado por Fundación Ceppa en 2010- “trabaja largas horas. Guarda en perfectas carpetas sus perfectos dibujos. Atesora sus bocetos y escritos. Registra en una serie de cuadernos con letra perfecta y hasta el mínimo detalle los pasos que dan sus trabajos terminados que, junto a títulos, y dimensiones, técnicas y precios se hallan reproducidas esquemáticamente en pequeño. Incluso deja constancia del diseño y color de cada marco que manda a hacer para cada pintura. Anota a quién y a cuánto vende.”
Este auténtico solitario, que jamás se ató a modas ni tendencias, es uno de esos artistas que, como afirmaba Klee, hacen visible lo invisible.