Nota publicada online
“Rob Verf. Vanitas”, la muestra con curaduría de Marta Penhos que reúne en el segundo piso obras del artista nacido en los Países Bajos, pero de larga trayectoria en la Argentina, vinculadas a la idea de la “vanitas” contemporánea, en diálogo con piezas históricas de la colección institucional.
Una muestra donde la riqueza del Barroco se pone en primer plano, enfatizando en la temática la Vanitas abordada desde la obra del artista holandés Rob Verf, en diálogo con Marta Penhos, especialista en el estudio de arte entre los siglos XVI y XVIII.
Es quizás esta reseña un homenaje que me permito, como Historiadora del Arte y Curadora, a quienes operamos muchas veces desde un lugar silencioso trabajando con las obras como protagonistas pero aportando un plus al capital simbólico que hace a la lectura general de una muestra. Y cuando los conocimientos del curador son aplicados en diálogo con obras que resisten un abordaje intelectual complejo, sutil, elegante, la experiencia estética se eleva a un nivel muy por encima de la media. Es este un capricho personal, siendo una defensora de la relevancia de las obras como centro de atención -casi exclusivamente- y del artista como intérprete fundamental para que se materialicen las ideas, pero creo que cuando el rol curatorial va más allá de la mera puesta en escena, cuando hay un entendimiento profundo de la búsqueda del artista basada en la historia misma del arte, entretejiendo miradas a través del tiempo, estableciendo conexiones repletas de guiños que pivotean entre siglos, pues considero que ese valor agregado, eventualmente, se vuelve un protagonista también.
No voy a hacer aquí extensas citas a los textos de sala y tampoco a cada una de las obras. Me gustaría contar con el compromiso del lector-espectador curioso, para acercarse y deleitarse con una clase magistral del arte entre los siglos XVI y XVIII en sintonía con manifestaciones artísticas contemporáneas, en el detallado texto curatorial escrito por Marta Penhos sobre la obra de Rob Verf. Quiero adentrarme entonces en la “cocina” donde el artista holandés y la Dra. en Historia y Teoría de las Artes Arte (UBA), trabajaron para crear un espacio dentro del Museo Nacional de Bellas Artes que presente un escenario de la Vanitas de la actualidad en conversación con piezas históricas de la colección institucional, proponiendo un corpus de obras que cuenta con una instalación compuesta por 53 fotografías (seleccionadas entre cientos de ejemplos a nivel mundial), pinturas y video. Estebackstage opera como una vía de doble mano: es ese un ida y vuelta afilado propio de dos profesionales que conocen cuál es su rol y se potencian combinándolos. Aparecen reflejados en el texto de Marta todos y cada uno de los ingredientes de una composición del género de la vanitas y se da cuenta allí de muchos ejemplos de naturalezas muertas y bodegones trabajados por artistas de todos los tiempos desde el Barroco, haciendo foco especialmente en el arte holandés, el cual nutre y da un carácter único a la obra de Rob. Me cuenta el artista: “La exposición cuenta con 14 obras de arte realizadas por mí y 11 pinturas de la colección que están en un diálogo visual sobre el tema de la Vanitas. La obra principal de la exposición es una pintura de más de 10 metros de ancho. Se presenta en un espacio que parece hecho para ello porque la obra de arte tiene 10 metros y 20 cm y la pared tiene 10 metros y 50 cm. Las paredes laterales están pintadas en un color gris muy claro, por lo que parece que la pared blanca con la pintura queda aún más resaltada. Las obras de arte se cuelgan juntas según su subtema, formando pequeños claustros dentro del tema principal. Por ejemplo, junto a un cuadro con un bodegón con comida de Jan Fyt, se exhiben el video y pequeños cuadros que se relacionan sobre el consumismo (Producto X). Como artista abordo el tema de labasura en las calles de distintas ciudades del mundo, cómo se manifiestan. Los residuos del consumo representan a la sociedad que los produce. En conjunto, muestran la futilidad, la evanescencia de los placeres mundanos, que destaca el motivo de la vanitas, íntimamente ligado a la pintura del país de donde vengo. En la Argentina, el tema se ha vuelto más rico y complejo”.
El artista nos cuenta sobre aquello que lo inspira, sobre el estudio y la mirada obsesiva que ejerce sobre lo que él califica como un “jardín de esculturas”, verdaderas instalaciones urbanas que cuentan con la participación del público que desconoce que en esa acción de sacar la basura, de soltar, de descartar, en la propia disposición de los desechos, participa, bajo la mirada de Rob, de una construcción estética: en su señalamiento, las activa como obras de arte. Son sitios específicos –como el mural que cobra preponderancia en la sala de la muestra- condenados a desaparecer. Se suma aquí la presencia de una figura clave como es Marta Penhos, quien trae consigo un saber, unknow how adquirido, trabajado, alimentado por el estudio y el ejercicio de la docencia universitaria por décadas. Me cuenta la Profesora Titular de Historia de las Artes Visuales-Europa, siglos XVI-XVIII de la Universidad de Buenos Aires, cuáles fueron los ejes que estructuraron la muestra: “La curaduría se basa en tres variables interrelacionadas. Uno: el programa artístico de Rob Verf, en el cual se insertan las obras de la exposición a partir de un intercambio activo (varias conversaciones con el artista y la consulta de su libro “El momento”). Dos: el concepto de Vanitas y su articulación con la problemática ambiental contemporánea, lo que permitió poner en diálogo una selección de naturalezas muertas históricas con las obras de Verf. En conjunto con el artista realizamos un listado amplio de pinturas de la colección, del cual luego elegí un número acotado que da cuenta de las derivas del género desde la Holanda del siglo XVII hasta el arte europeo y latinoamericano del XX. Tres: el espacio expositivo. Teniendo en cuenta que “Resonancia magnética” es la pieza principal de la muestra, se aprovechó la pared posterior de la sala, de modo que el espectador la percibiese rápidamente. Se colgó a 30 cm del piso para replicar el tránsito por las calles de la ciudad. Dejando un espacio vacío en las paredes laterales, en estas se armaron dos núcleos, uno dedicado a “Producto X” y otro a las calidades plásticas que relacionan “Resonancia Magnética” con las obras de Sougez, Pettoruti y Braque. El pasillo alberga otras obras de Verf e históricas que dan cuenta de los diferentes modos de abordar la materialidad”.
Me resulta tentador empezar a relatarles cruces y miradas entre obras, abordar una síntesis sobre la esencia del barroco y géneros de la época y dar descripciones que posicionen al lector-espectador frente a una mirada menos inocente y más asistida por ciertos conocimientos previos, pero elijo dejar ese espacio a quienes saben de verdad sobre el tema, que no soy yo. Simplemente tomar un signo, un símbolo que la curadora inteligentemente utiliza para poner la obra de Rob Verf en medio de un escenario de absoluta contemporaneidad: es la X la síntesis del mensaje contundente de la Vanitas, es un proyectil, al decir de Walter Benjamin, que va directo al hueso: “Por su tamaño y composición, “Resonancia magnética. Imagen de la sociedad” es la obra que funciona como principio conceptual y plástico de la muestra. Se trata de un políptico formado por cinco acrílicos que, a diferencia de los antiguos, no se distribuyen en una parte central y otras secundarias, sino que se despliegan en una extensa línea horizontal. Rob ha utilizado el punto de vista de un transeúnte de Buenos Aires, alguien que camina y tropieza con los desechos que deja el consumo. El conjunto replica en escala una cuadra de la ciudad, que el espectador puede recorrer, y de ese modo advertir cuánto de lo usado y disfrutado se ha convertido en basura. Verf elige la estética de los rayos X y un juego libre de proporciones entre los elementos representados para hacer evidente la descomposición de aquello que ayer estuvo en nuestra mesa, que formó parte del mobiliario de una casa, que sirvió para transportar mercaderías o llevar las compras: alimentos en bolsas de residuos, un colchón, trozos de caños, cajones de madera. En una clara crítica al consumismo, el pintor comparte con nosotros una mirada a través de los objetos que, a la manera de un examen radiológico, revela el estado del cuerpo social. Mediante la monocromía del blanco y negro a la que agrega toques azulados, transmite la idea de transparencia y rescata los residuos de su lugar en el mundo, donde están ocultos en bolsas y containers hasta su descarte en grandes basurales o, en el mejor de los casos, su reciclaje. Gracias al arte, la basura de “Resonancia magnética” ha adquirido un nuevo estatus de belleza y perennidad”.Y remata, por si quedaba alguna duda: “El producto X, indeterminado, anónimo, siempre resulta, por comparación, el menos eficaz, el menos rápido, el menos durable”. Como todo lo que es, como nosotros.
Celebro estos encuentros creativos que llevan al espectador a experiencias intelectuales y sensoriales distintivas. Que invitan a la reflexión, que acercan miradas interdisciplinarias, transculturales, que educan, que motivan el pensamiento crítico y establecen puentes en el tiempo para destacar que finalmente, somos todos Uno atravesados por la misma tormenta aunque no viajemos en barcos iguales. Y donde aun frente al brutal entendimiento de la condición humana, podamos encontrar la belleza inherente a ese momento del ahora que, en realidad –y si es una frase hecha, es quizás de las pocas certezas de la existencia- lo es todo. Ser “un momento que lo es todo”, según la mirada X-perta que lo mire, es muchísimo más que ser nada. Es quizás en esa futilidad que la vanitas nos pone se bruces, donde podamos repensarnos desde un lugar que nos conecte con la gloria de la plenitud del momento más que con la percepción constante delmemento moride lo inevitable.
Y cada uno elige qué ver.