Nota publicada online
Amigos de toda la vida, los artistas Martín Reyna y Rafael Bueno presentan sus trabajos recientes en la tradicional galería de Manantiales en Punta del Este.
Martín Reyna y Rafael Bueno dieron sus primeros pasos como artistas en Buenos Aires y, si bien hoy uno reside en París y el otro en New York, siguen siendo grandes amigos en la vida y en el arte.
Los cuadros de Bueno se revelan después de contemplarlos más de una vez; tienen un mecanismo retardado de encendido…La primera impresión es una tranquila visual ( Como si se dijera “passive-agressive”). El ojo tarda en sumarse al ritmo un poco inarmónico que plantean las formas, pero cuando lo hace se pliega a todas las cargas que hay en ellas de drástica y bella arbitrariedad. A primera vista uno se inquieta ante el desequilibrio de la composición. Acumulaciones de material en un ángulo obstinado del cuadro, o cerca de algún extremo, y el resto del lienzo cubierto de una capa de color indefinible, algo así como acuática, resultado de varias mezclas y con muy suaves variantes de tono. A lo sumo, a veces se percibe una figura medio evaporada o a medias borrosa. Es una trama subfluvial difícil de precicsar, que a lo mejor consiste en trazos de una red o de algo que parece el recuerdo difuso de otra cosa.
La pintura de Martín Reyna tiene una fuerza y un poder que se alimentan de una dialéctica de contrarios. Es ella la fuerza motriz de su obra.
Si ponemos el acento en los rasgos sobresalientes de su producción artística, inmediatamente se afirma un arte que conjuga maestría y descontrol.
Martín Reyna asocia con impresionante desenvoltura el ir y venir de lo tenso y de lo relajado, de lo líquido y de lo sólido, lo que sería antinómico en su pintura se convierte en complementario. Su paleta llega a asociar lo ctónico y lo celeste, lo solar y lo crepuscular.