Nota publicada online
El Museo Nacional de Bellas Artes presenta la muestra “Raquel Forner. Revelaciones espaciales. 1957-1987”, producida junto con la Fundación Forner-Bigatti y curada por Marcelo E. Pacheco, que reúne en el Pabellón de exposiciones temporarias unas 70 obras correspondientes al “Ciclo espacial” de la artista argentina.
Aquel 20 de julio de 1969 el mundo vibraba detrás de cientos de miles de pequeñas pantallas de televisor, en blanco y negro, esperando un suceso apenas creíble: la llegada del hombre a la Luna, un hito histórico que llevaron a cabo los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins a bordo del Apolo XI. Una epopeya lunar llevó más de una década de desarrollo, y el trabajo de cientos de miles de personas. Ese pequeño gran paso movió emociones impensadas. Raquel Forner, artista consagrada en la escena argentina, seguramente estaba también mirando la escena ya que éste, era un tema que le interesaba profundamente y en el que ya venía trabajando: el hombre en el espacio.
“Desde los años 20 ‒señala en su texto, Marcelo Pacheco, curador de la muestra‒, el hombre y, en especial, la mujer, habían sido para Forner protagonistas constantes de las telas de su Ciclo terrestre y, en 1957, tiempo después de que la Unión Soviética lanzara el Sputnik, el primer satélite artificial de la historia, “el deslumbramiento y la curiosidad se apoderaron de la artista, que ese mismo año cerró el Ciclo terrestre para empezar con sus series del Ciclo espacial”.
Las 70 obras que se exhiben en el Pabellón de exposiciones temporarias -obras coloridas y de gran formato- son obras que la artista desarrolló en las últimas décadas de su destacada trayectoria, donde cambia radicalmente su estética y se vuelve más abstracta. Forner creía y afirmaba que la salvación del hombre estaba en su salida al espacio; que el hombre nuevo surgiría por esta reconversión de la carrera espacial y también de los posibles encuentros con otras vidas.
Estas obras muestran ‒en palabras de Pacheco‒ “la sensibilidad de Forner frente al salto de la humanidad hacia el misterio, lo desconocido, como una vivencia simbólica del hombre, la consideración de las preguntas primeras sobre la vida, sobre la creación”. Desde entonces ‒agrega‒ los protagonistas de su obra “se convirtieron en terráqueos saliendo a la conquista de la Luna: la humanidad se transformaba en astroseres y mutantes, el hombre del espacio”.
Para Andrés Duprat, director del Bellas Artes “Impactada por la exploración del cosmos, Forner apeló en estas obras a los lenguajes heredados de su pasaje por la experiencia surrealista como parte del Grupo de París, que puso en diálogo con los postulados del expresionismo y el fauvismo e, incluso, con experiencias contemporáneas como el Informalismo y la Neofiguración. En estas series, Forner tematiza la indagación sobre el espacio exterior y le agrega trazas singulares que anclan en visiones explícitamente ligadas a la circunstancia argentina, en una suerte de neocriollo fusionado con elementos del onirismo mitológico de raíz indígena”.
En cada una de estas obras podemos descubrir seres fantásticos que estimulan la imaginación, escenas y mundos posibles a partir de una transformación. “Hay simbología en su paleta con el dominio del amarillo solar y los azulados del cosmos, los grises de las luchas en la Tierra, los rojos de los ríos de sangre, los naranjas de los paracaídas y los paneles del Sol, mutantes y astroseres con grupos de empastes untuosos y con marcada tridimensionalidad, los restos de paneles saliendo desde el plano soporte. Forner conserva las lecciones de la gran pintura, pero en direcciones estilísticas que estallan en el interior de su mundo entre figurativo y onírico”, describe el curador de la muestra.
Según Marcelo Pacheco, “Raquel Forner crea un mundo nuevo para una nueva dimensión, para un futuro acontecer que celebre la vida y termine con la violencia. Los mutantes y los astroseres tratan de crear un universo que permite la hermandad entre el nuevo hombre”.
¡Una excepcional muestra de esperanza que invitamos a recorrer y descubrir!