Nota publicada online

martes 26 de mayo, 2009
Preservar el sueño
Obras de Ana Perrotta en el Centro Cultural de la Cooperación
por Jorge Zuzulich
Preservar el sueño

Parecería que el soñar implica preservar un vasto campo de deseos que pugnan por hacerse posibles. La frase “tener un sueño”, ejemplifica este posicionamiento.

Quizás podría pensarse en el sueño como en un espacio de latencia en el cual lo más profundo y verdadero del sujeto se filtra, para hacer caer la muralla de la consciencia, de lo evidente. El psicoanálisis ha explicitado muy bien este mecanismo y los surrealistas han entendido la lección plasmando, objetivando, ese abismo que esconde una porción importante de lo que, indudablemente, somos.
Ana Perrotta, artista sensible y talentosa, cumple con la gracia de provocar, a través de su muestra “22 sueños en espera”, la irrupción de una esperanzadora escena onírica.
Para el filósofo alemán George Simmel en su ensayo “El concepto y la tragedia de la cultura”: “(…) lo viviente se extiende de una manera incomparable sobre el pasado y el futuro. Todos los movimientos anímicos del tipo del querer, del deber, de la vocación, del tener esperanzas, son las continuaciones espirituales de la determinación fundamental de la vida: contener en su presente su futuro en una forma específica, que precisamente no existe más que en el proceso de la vida.”
Seguramente la artista sabe, o intuye, que esa provocación a soñar lleva de manera efectiva la marca indeleble del despliegue de lo invocado. Tentar el sueño es también alimentar el mecanismo para su puesta en acto.
Quizás por esto, sus ensamblajes no pongan en escena lo que el sueño solicita, en la esperanzada escritura de niños de bajos recursos. Su tarea es velar por esa posibilidad que parece querer abrirse a la luz, es ponerse objetualmente al lado de la tímida escritura para alimentarlos, cobijar ese deseo para hacerlo crecer. La obra de Perrotta consiste, entonces, en abrigar esos sueños en su demora hacia su realización fecunda.
Tal vez de allí devenga la calidez de los materiales-soporte seleccionados por la artista: maderas, objetos cotidianos que evidencian las huellas del uso, portadores de una memoria que se despliega, restos de ese pasado que anuncia su futura concreción.
Distanciándose de un conceptualismo “frío”, Perrotta parece inscribir su producción en una vertiente crítica pero a la vez sensible, con un alto sentido poético que por momentos recuerda al gran Víctor Grippo. Quizás, también cercano por la temática pero lejano en su resolución, podríamos mencionar la serie “Diario de viaje” (1999) de Horacio Zabala.
Alguna vez el escritor francés Stendhal, a propósito del arte, deslizó que este se constituía como “promesa de felicidad”, creo que “22 sueños en espera” hace suyo este concepto sin eludir el establecimiento de una mirada crítica.

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Hasta el 10 de junio, en el Centro Cultural de la Cooperación, Av. Corrientes 1543.

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