Nota publicada online
Un jurado reunido en Bariloche distinguió a Pablo Rosales con el primer premio, y a Isabel Peña y Nicanor Páez con el segundo y tercer puesto respectivamente.
El Hotel Panamericano de Bariloche ya no es el mismo. Ubicado a pocos pasos del centro y asomado al Nahuel Huapi, el imponente complejo hotelero con mayor capacidad de la Patagonia ha experimentado en los últimos días, peculiares y significativas modificaciones en su arquitectura. En sus pasillos y espacios comunes, tres jóvenes artistas han dejado su huella. Se trata de los trabajos de los tres finalistas del Premio Hotel Panamericano Proyecto Site Specific que este año tuvo su primera edición rodeado por la majestuosidad de las montañas y lagos de la zona.
Como resultado de un proceso de selección dividido en varias etapas, Pablo Rosales fue distinguido con el primer premio de $10 000; Isabel Peña, con el segundo de $ 5 000; y Nicanor Páez, con el tercero de $3 000. Así lo estableció un jurado heterogéneo que se trasladó al hotel, conformado por los artistas Pablo Siquier y Esteban Álvarez; el curador y Director de Artes Plásticas de la Secretaría de Cultura de la Nación, Andrés Duprat; el Secretario de Cultura de Rosario Fernando Farina; y la Directora General de los Hoteles Panamericano, Silvana Relats.
Con propuestas conceptuales y lenguajes expresivos bien diferenciados, el trío de finalistas fue seleccionado de un grupo de 15 artistas que viajaron al Panamericano en septiembre, y que a su vez habían sido preseleccionados a partir de una convocatoria que atrajo a muchos jóvenes creadores. En la última etapa, los tres finalistas contaron con la suma de $ 5000 cada uno, para dar vida a sus proyectos.
A Pablo Rosales, ganador del primer premio, la convocatoria le resultó atractiva, porque le interesa “trabajar con la arquitectura y el carácter del lugar”. A través de su instalación Prueba de Artista, los techos de los sobrios pasillos y de los espacios comunes del hotel, se transformaron con los colores y motivos de Mondrian, instalados en los plafones de luz, para atrapar la mirada del visitante más desprevenido. “Mi idea fue utilizar el sistema de iluminación de plafones redondos, como soportes de mis trabajos”, señaló el artista a Arte al Día. La serie de imágenes pensadas como un módulo combinable basado en la popular imagen que mitificó Mondrian, fueron realizadas en serigrafía sobre un film translúcido y luego adheridas a las pantallas de luz, para provocar un efecto de backlight.
Pensado para desarrollar una obra para un lugar específico, el certamen es único en el país por sus propuestas y características. Para Isabel Peña, la posibilidad de viajar a Bariloche y pensar una obra para un sitio determinado fue un interesante desafío, porque le permitió no sólo trabajar con el lugar y reactivar espacios muertos, sino también establecer un vínculo con los empleados del hotel, dinámica que generalmente emplea en sus producciones creativas. Como resultado de esta interacción, surgió su proyecto que consistió en “instalar fotos de situaciones cotidianas de los trabajadores del hotel en el entrepiso, adaptando la escala de una manera escenográfica, sobre las puertas de la sala de convenciones y los pisos superiores de la escalera central”, según explicó.
La relación con el personal del hotel fue enriquecedora para los tres artistas que se hospedaron en las instalaciones durante el planeamiento, al principio, y luego el montaje, en la etapa final, siempre con la coordinación del artista Lucio Dorr. “Fueron días en los que absorbimos toda la energía y la estética del lugar, tirando ideas que luego se fueron filtrando”, señaló Nicanor con respecto a la primera experiencia en Bariloche. El artista materializó esa situación a través de “un montón de cubos mágicos irresolutos, para representar los proyectos que nacieron y se abortaron durante la estadía”. Y esa fue sólo una pequeña parte de la propuesta de este artista.
Sumamente lúdico e integrado por un video, una performance y varias instalaciones, su proyecto consistió en plantear una analogía entre la estructura arquitectónica del Panamericano –constituida por tres edificios intercomunicados por dos puentes-, y la estructura psíquica del artista desplegando cada una de las instancias de la psique (yo, superyo y ello). De ese modo, el hotel se convirtió en un gran teatro en el que se desarrollaron los múltiples mecanismos del espíritu de este joven creador.
Las obras de los ganadores permanecerán expuestas en el Panamericano durante dos meses y el primer premio es adquisición. “Se trata de una iniciativa muy estimulante para concretar proyectos de jóvenes artistas contemporáneos”, coincidieron los miembros del jurado y los participantes. Como tal, es de esperar que se repita.
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