Nota publicada online

El 21 de marzo, en el Museo de la mujer, se presentó una selección de obras de 9 mujeres ceramistas que exploran desde 2018 con sus trabajos el material y desafían el color.

En un pasaje de la capital de los porteños, se exhibe una serie de trabajos de un grupo de ceramistas cuyo amor y dedicación por la cerámica, las ha llevado a reunirse en una especial muestra con gran variedad de técnicas y enfoques.
“Por la cerámica” abarca temáticas tan distintas que van desde el Asia hasta el cambio climático y la maternidad. Este grupo de artistas ha reunido sus saberes y conocimientos técnicos, está vez, en las salas del Museo de la Mujer.
Elena Elizalde evoca recuerdos de Oriente, sus trabajos resultan de la unión de pedazos olvidados de cerámica. Piezas encontradas y re convertidas en obras que llevan dentro de sí, las memorias de la artista y su recorrido.

Por su parte, Jaly Vazquez presenta en sala interesantes copones y vasijas Rakú. La artista, así como Elizalde, retomó en sus trabajos lo asiático, no en tanto temática sino en tanto técnica. Jaly trae al Museo de la Mujer, el Rakú, una técnica milenaria de alfarería japonesa que se caracteriza por su cocción a baja temperatura y enfriamiento rápido. Este proceso crea los efectos estéticos únicos, los reflejos metálicos y las texturas irregulares que se aprecian en sus obras.
De la misma manera, Jaly continuando con las formas orgánicas inspiradas en la naturaleza, exhibe “Origen”, dos piezas circulares que podríamos decir, remiten a los troncos de un árbol. Estos trabajos se realizan con materiales naturales, como el sulfato de hierro y los esmaltes que recubren las estructuras son preparados exclusivamente con materias primas.

Y aunque de manera distinta, más de una de nuestras ceramistas se interesó por la naturaleza. Así, Alicia Schettini siente una especial fascinación por la madera. Le interesa, sobre todo, la calidez del mismo material. Sin embargo, también emplea otro elemento en sus esculturas que quizá podría considerarse muy lejano, el vidrio. Schettini hace de sus piezas la conjunción de dos materias opuestas, enfrentando el frío y el calor, la cálida madera y el helado vidrio en diálogo.

Parte de la muestra también exhibe piezas que buscan generar conciencia con respecto al cambio ambiental. Exhibidas en otras muestras, las obras de Alejandra Jones hablan de la tierra, sus cerámicas muestran sequedad y grietas. Los caparazones resquebrajados son una suerte de restos arqueológicos y sin duda un fuerte llamado al cuidado de la naturaleza.

En un tono también algo crítico, pero sin duda espiritual, las obras de Cristina del Castillo han puesto en sala un ejército de espíritus cuidadores de la naturaleza. Haciendo alusión a la fortaleza de la misma para seguir prosperando frente a la agresiva intervención humana, pero con la ayuda de seres que son parte animal, hombre y planta.

La naturaleza fue sin duda una inspiración para este gran grupo de ceramistas. Para Alejandrina Cappadoro, la misma se plasmó en las formas orgánicas de sus obras. La sinuosidad de su pieza escultórica, evidencia la maestría de la artista para manejar el volumen con soltura y comodidad. Destaca también entre las piezas presentadas por la artista, pequeñas figuras, torso y piernas de mujeres. Las coloridas piezas son la síntesis de la figura femenina, la conjugación de la sensualidad.
Haciendo alusión también a lo femenino, Cristina Fiorucci lleva a la sala del Museo una perspectiva poco convencional de la maternidad. En arcilla natural, arena, fibra y luz, Fiorucci explora la idea del embarazo no como un proceso esperado por todas las familias. En un comentario crítico, la artista argumenta que no todos los nacimientos son esperados con brazos abiertos. La utilización de la arcilla natural pretende desmitificar el embarazo y presentarlo como un proceso natural.

Lo humano despertó también interés en Mirtha Cappellari no solo con sus piezas de pared sino en sus rostros adornados con finas filigranas de esmaltes preparados por la propia artista. Las alargadas caras están impresas y decoradas con óxidos que colorean y dan vida a las facciones.
No podíamos dejar de mencionar la pieza de Vilma Villaverde que nos recibe en vidriera, un bandoneonista blanco que quizá al son de un tango, ameniza la recorrida de “Por la cerámica”.
La muestra se podrá visitar hasta el 08 de abril en el Museo de la Mujer, Pasaje Dr. R. Rivarola 147.
